Terrorista

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Sinopsis: Ella no buscaba a nadie, menos a una mano derecha. Y entonces, como si el destino le jugara una broma, apareció ella: una terrorista. La misma le obligará a indagar en sus sentimientos por primera vez.

Historia +18

Aclaración: este One-shot NO está relacionado con la primera historia "La elegida", donde Sayaka también está en tercero de secundaria. Es una historia aparte.

Advertencia: escenas de bullying que pueden herir la sensibilidad del lector/a.

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—¿Puedo peinarla yo?

Kirari frenó el cepillo a la mitad de su cabello blanco. Miró a través del espejo; una pequeña Sayaka le sonreía tímida a sus espaldas.

—Usted me peinó ayer —agregó, jugando con una de sus trenzas caídas—. Por eso...

—No es necesario devolver el favor, lo hice por gusto.

—¡Insisto!

Kirari consideraba la propuesta perturbadora. Para peinarla, Sayaka debía tocarla. No le gustaba que la tocasen. Una ironía. Ella, según los demás, pecaba de "toquetona". No respetaba el espacio personal, pero porque no entendía el concepto de aquello. No realmente. Ahora, a punto de ser tocada, lo estaba entendiendo. Quizá esto es el Karma, pensó. Alguien había aparecido en su vida para vengarse por los demás.

Una terrorista.

Giró el rostro desde la silla donde se encontraba sentada. Sayaka tenía los cachetes rojos, su expresión contaba que había juntado mucho valor para preguntarle aquello. La luz tenue del baño sombreaba su rostro apagando más esos ojos oscuros que, debía reconocer, le encantaban. Ayer le había arreglado el cabello, cierto. Pero es que no pudo resistirse al engancharla tratando de peinarse como ella. Le pareció una ternurita. Y por eso le hizo un regalo: un nuevo peinado. Esperaba que a partir de hoy lo usara, pero sorpresa fue verla regresar a sus dos trencitas. No tenía problema con ello, aunque le intrigaba. Estaba segura de que esa niña usaría el peinado que le hizo hasta para bañarse.

—Bien, veremos qué puedes hacer.

Sayaka sonrió como un bebé cuando Kirari comenzó a desenredarse la trenza que se había hecho. Sus mechones ondulados cayeron por el hombro. Sayaka se acercó a ella y aceptó el cepillo que le dio.

—¿Crees poder?

—¡Por supuesto! Siempre estoy mirándola cuando se arregla el cabello. Memoricé los pasos.

Kirari se volvió al espejo con una mano cerrada en los labios. Reía bajo contra ella. No entendía porqué esa niña la admiraba tanto. Ella era una estudiante importante, poderosa, sí, pero de ahí a ser admirada con tanta pasión... Hacía cinco meses que Sayaka se había convertido en su secretaria. Era una persona difícil de leer. Aunque fuera predecible, con unas muecas más que transparentes y un discurso repetitivo, Kirari no podía ver más allá. Cuando trataba, un muro de acero se interponía entre ellas. Esos ojos negros, cubiertos por una manta de lógica, no la dejaban pasar. No comprendía su modo de ver la vida y eso le fascinaba hasta el punto de, por primera vez en su existencia, permitirse ser tocada por alguien que no fuera su hermana. Por ella.

Sayaka se acomodó las gafas por el borde. Estaba lista para cumplir con su deber. Lo haría perfecto, como que se llamaba Igarashi Sayaka. Estiró las manos, un poco temblorosas, y agarró esos mechones ondulados que descansaban en el hombro izquierdo de la presidenta. Comenzó a pasar el cepillo por ellos y entonces un suspiro casi imperceptible se arrastró por el baño. Largo, como el de un despertar ameno. Los ojos, entornándose por la relajación, eran más difíciles de ocultar que el aliento que la traicionó. Kirari no podía explicar con certeza la magia que esas pequeñas manos hacían en ella. Cada que pasaban por su cabello, cada que le rozaban el cuello sin querer, se sentía desfallecer. Era como si la hubieran tocado con una varita mágica. El hechizo consistía en desarmarla y se preguntaba si terminaría cuando Sayaka dejara de tocarla. No quería dejar de sentirse así. Era cálido, le llenaba el pecho de adrenalina aunque sus emociones nadaban en un río calmo. Un misterio.

Kakegurui: Kirasaya One-shotsWhere stories live. Discover now