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𝗕𝗿𝗼𝗺𝗮𝗻𝗰𝗲
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Últimamente el líder había estado muy estresado con los entrenamientos y las misiones, ya saben, siempre atormentado su cabeza con las responsabilidades del liderazgo, esto no pasó de vista de sus hermanos y su maestro, quienes estaban de acuerdo con una solución, llamar al gran crush del "azul", si, Miyamoto Usagi. Era simple, en cuanto el conejo llegara estos dos hablarían por la noche, ya saben, para tener algo de privacidad y poder conversar tranquilos, Splinter le dijo a los demás que no estuvieran espiando o algo por el estilo, cosa que claramente va a pasar, así que mientras transcurre la historia piensen en que las tres tortugas restantes están parando la oreja.

El samurai ya había llegado, llegó de noche, con la escusa de que necesitaba hablar con Splinter sobre un tema personal, el líder quien estaba con la cabeza llena de cosas solo se lo creyó sin tener la necesidad de saber que era, no era su prioridad en estos momentos. La visita de Usagi le levantó de alguna u otra forma el ánimo, aunque no fue mucho, solo tuvo un poco más de tranquilidad sabiendo que el estaba ahí, nada más ni nada menos.

Ya era muy tarde, la tortuga seguía masacrando la bolsa de boxeo como si tuviera la oportunidad de pegarle al que más detestaba sin miedo de estar cometiendo algo malo ( empieza T y termina E ). El conejo se acercó con calma hacia donde estaba el líder, lo vio pelear de forma histérica, desahogandose, le dio pena lo atormentado que estaba, trataría de cambiarlo; se acercó unos pasos y se sentó en el piso sin decir una palabra, esperando a que el otro voltee, al ver que esto no pasaba decidió hablar.

-¿Estas son las formas en la que te relajas?- Pregunto sereno.

La tortuga a escuchar la voz del conejo se sintió avergonzado, pensó que el otro creería que el era un bruto, y digamos que eso no ayudaba con su tranquilidad.

-Usagi, que sorpresa.- Dijo volteandose con los ojos bien abiertos.

-Lo mismo digo, te creía mejor que esto Leonardo-San.- Confeso el conejo con total honestidad.

-Ya veo.- Agacho un poco su cabeza mirando hacia el lado del conejo, el samurai no traía su espada, por lo tanto le daba a entender que no vino a practicar con el, eso solo lo destrozó pensando que tal vez solo vino para saber como estaba y se encontraba con esta escena de impulsividad.

-Pero creo saber como cambiar tus ánimos.- Dijo Usagi.

Leonardo levantó la cabeza, viéndolo confundido, estaba tan desconcertado que nisiquiera pensó en lo sospechoso que era que el conejo lo dijera como si estuviera planeado, pero supongamos que es mejor así.

-¿Como?- Pregunto incrédulo.

-Unos masajes ayudan.- Dijo sonriente y tranquilo, ojalá el líder estuviera asi justo ahora, de tan solo imaginar al conejo masajeandole hacia que su cara ardiera, no podría negarse a una oportunidad tan buena, no quería parecer un aprovechado, pero esque encerio le tentaba la propuesta.

-Eso no estaría mal.- Dijo Leo tratando no parecer desesperado. Si, ya se lo que piensas, ¿por qué se pone tan así si es solo un simple masaje? Digamos que esos pequeños o medianos detalles ya logran emocionarlo, mucho más si hablamos de un interés amoroso.

-En ese caso, ven.- Dijo dándole palmaditas a sus piernas, tal vez el lo veía como algo normal, pero la tortuga no lo hacía. Sin perder tiempo, Leo fue directo hacia Usagi, con algo de torpeza se acostó poniendo su cabeza en las piernas del contrario. El samurai se encontraba muy calmado, empezó a acariciar la cabeza del ninja, quien trataba de no hacer nada mal, aunque técnicamente eso sería imposible, pero bueno, cosas de el.

Usagi seguía acariciando la cabeza de la tortuga, de forma suave y lenta con la yema de sus dedos, era tan satisfactorio, daba cierta sensación de cosquilleo pero una agradable para el líder, y posiblemente para cualquiera que lo sintiera.

𝘼𝙢𝙤𝙧 | leosagiˢᵒᶠᵗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora