Capítulo 2.

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Así pasan dos días desde esa conversación... Por suerte no vuelvo a encontrarme al soldado ni en el colegio ni en el parque.

Todas las familias piensas como la de Carla, se quieren ir cuanto antes de España.

Y yo sigo preocupada por las palabras del coronel López, por el nuevo combate...

Antes de ir al trabajo quedo un rato con Noe y con Carla. No decimos nada, simplemente nos tumbamos en el césped y miramos al cielo, a las nubes, lejos de la guerra, lejos del dolor y de la tristeza.

-Annie...- se oye la voz de Noe a mi lado rompiendo el perfecto silencio.

-¿Qué?

-¿Te has vuelto a encontrar con tu soldado?

-No.- digo tajante.- Y no entiendo a qué viene eso de "mi soldado".

-Pues porque te mira con deseo.

-Tienes razón, me mira con deseo.- miro a Noe que me mira con los ojos muy abiertos y una sonrisa triunfal.- Con deseo de matarme.- añado riéndome y Carla me acompaña al instante.

-Eres idiota.- dice Noe sin poder evitar reírse también.                                           

Me vuelvo a tumbar sobre el césped intentando volver a la tranquilidad de antes.

-Carla.- se vuelve oír la voz de Noe a los pocos minutos, volviendo a romper el silencio.

-¿Qué?- contesta esta de mala gana.

-¿Se te da bien el francés en el instituto?

-Sí, saco notables. ¿A qué viene esa pregunta?

-Bueno, si te vas a Francia, tendrás que hablar francés muy bien. Ya sabes, para que no te apoden como "la Española".

-¿"La Española"?

-Sí, la chica española, que viene de un país moribundo y deshabitado. Vale que los franceses hasta hace unos meses eran nuestros aliados, pero abandonaron a España por miedo a los estadounidenses, y ahora pensaran que eres la chica pobre española que no sabe nada porque en España no hay nada.

-Pero es que es la verdad.

-No puedes pensar eso, sino, te sentirás desplazada y discriminada. Y eso no es justo.

-Hace unos años yo hubiera hecho lo mismo si hubiera venido a nuestra escuela un chico de Afganistán.

-Supongo que yo también.- admite Carla.

-Por eso no les puedo culpar. Al fin y al cabo todos somos iguales, y pensamos igual, solo depende del punto de vista en el que nos encontremos.

                                            

                                                                       *              *              *

 Hoy la señora Camiruaga ha invitado a comer al coronel de las fuerzas armadas con varios soldados. La señora quiere que todo el personal estemos dedicándonos a servirles.

-A la mesa principal.-  me dice Joaquín mientras me pone en las manos un plato de lo que parece solomillo con roquefort. ¿Me pregunto de dónde habrán sacado ese queso si los americanos nos tienen cortadas todas las fronteras?

Salgo de la cocina y me dirijo a la mesa donde estála Señora Camiruaga, con ella están sentados el coronel con varios soldados.

Dejo el plato cuidadosamente sobre la mesa y ojeo en un instante la gente de la mesa.  Mi mirada se detiene más de lo normal sobre un soldado. Él también tiene su mirada clavada en mí. Le reconozco. Es él. El soldado del otro día.

El Soldado Del VientoWhere stories live. Discover now