Capítulo 26.

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Por estas épocas ir al supermercado era bastante desalentador. Las estanterías estaban casi vacías solo encontrabas sopas o conservas.

A pesar de que ya no había cartillas de racionamiento como hace dos años, los productos que llegaban a la ciudad eran muy escasos y de mala calidad.

Cogí el único cartón de leche que quedaba y un trozo de pan.

Me dirigí a la caja y deje el cartón y el pan en la cinta.

-¿Annie?

Me di la vuelta buscando la persona que me había llamado.

Joaquín se encontraba detrás de mí con un trozo de queso y una botella de agua en sus manos.

-Joaquín, qué alegría verte.

-Lo mismo digo, ¿qué tal estás?

-Hemos estado peor, así que no puedo quejarme.

Le di el dinero a la cajera y recogí mi compra.

-¿Y tú qué tal?

Joaquín agachó la cabeza y supe que ese gesto no podía significar nada bueno. Joaquín también pagó a la cajera y se reunió conmigo.

-Los señores Camiruaga se mudan a Francia.

La noticia fue como un jarro de agua fría, aunque ya no trabajaba para ellos les tenía mucho aprecio, y toda mi familia tenía mucho que agradecerles.

-Así que en menos de dos semanas, estaré sin trabajo.

Joaquín suspiró y se encogió de hombros intentando restar importancia al tema, pero yo sabía perfectamente lo mucho que necesitaba el dinero al igual que yo.

Aun así no había nada que pudiera hacer por él.

-Lo siento mucho, Joaquín. Es una pena oír que los señores Camiruaga se vayan de la ciudad. Pero estoy segura de que encontrarás un trabajo pronto.

La situación actual no era ni de cerca la mejor ocasión para encontrar un trabajo pero era una mentira piadosa supongo.

-¿Tu familia está bien?

-Sí, están todos bien.

-Eso es lo más importante.- digo intentando dejar el tema de lado.

Salimos fuera del supermercado y poco después me despedí de Joaquín asegurándole que su situación mejoraría pronto.

Al volver a casa estuve con mis hermanos ayudándoles con las tareas, Matt seguía enfadado y casi no hablaba ni con Rose ni conmigo. Desde luego necesitaba hablar con él cuanto antes.

Poco tiempo después me puse a preparar la comida. Cuando iba a servir la sopa en el plato de mi hermana el interfono sonó.

Era raro que alguien llamara a esas horas, y más teniendo en cuenta que mi padre no volvía hasta por la noche.

Descuelgo el telefonillo.

-¿Sí?

No tardo mucho en oír una respiración acelerada seguida de varios sollozos.

-¿Hay alguien ahí?

Pregunto intentando averiguar de quién se trata.

-Annie.

Mi nombre es pronunciado en apenas un susurro pero me basta para reconocer la voz de Carla.

-¿Carla? ¿Estás bien?

Se vuelven a oír sollozos esta vez más fuertes que me impacientan.

Cojo las llaves y me voy de casa bajando las escaleras lo más rápido que puedo.

El Soldado Del VientoWhere stories live. Discover now