Capítulo 5.

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Al salir del refugio tras cesar el sonido de las alarmas, nos quedamos buscando a  Rose por el barrio varias horas, sin obtener ningún éxito.

Tras despedirme de Alex, quien parecía convencido de que Rose se había ido a casa, Matt y yo entramos en nuestra casa sin esperanza alguna. Era imposible que Rose hubiera podido llegar desde el mercado a casa, estaban demasiado lejos.

Abro la puerta suspirando y me recorro las cuatro habitaciones de nuestra casa bajo la atenta mirada de mi padre.

-Anne, ¿dónde está Rose?- la inevitable pregunta sale de los labios de mi padre con su peculiar tono de indiferencia.

Me empiezo a frotar las manos buscando las palabras correctas para empezar a hablar. Mis ojos escuecen y mis labios están hinchados de tanto morderlos.

-¿Anne?- insiste mientras levanta la vista del periódico.

-La he perdido.

-¡¿Cómo?!

-La he perdido, -mi respiración se vuelve más irregular y me empiezo aponer nerviosa.-estábamos en el mercado y ella se fue a coger una flor, empezaron a sonar las alarmas y la gente empezó a correr y chillar y la perdí de vista.

-¡¿Cómo has sido capaz de volver a casa sin ella?! ¡¿Cómo?!

-He estado buscándola durante horas, pensé que quizás había vuelto a casa.- digo subiendo mi tono de voz considerablemente. Matt se va a la habitación con las lágrimas descendiendo por su rostro y tapándose los oídos.

-¡¿Qué había vuelto a casa?! ¡Eso es una idiotez! ¡Tiene cinco años!

-Voy a buscar a Carla y a Noe para que me ayuden a buscarla.

-¡Eres una irresponsable!

-¡Soy yo la que se ocupa de llevarla al colegio! ¡De ayudarla a que se duerma cuando tiene pesadillas, de jugar con ella! ¡Tú eres el irresponsable!

Dicho esto salgo de casa y pego un portazo dejando a mi padre con la palabra en la boca.

Me dirijo a una cabina telefónica y con el dinero que iba a invertir en las compras del mercado llamo a Carla, a Noe y a Alex. Cuanta más gente busquemos a Rose mejor.

Quedamos en el parque y tras decidir ir preguntando a la gente por Rose, Carla y Noe se van por un lado y Alex y yo por otro, ya que Alex se negaba a ir con alguna de ellas dos.

Estando en otra situación le hubiera preguntado que qué es lo que le pasaba con mis amigas, pero ahora toda mi atención está puesta en encontrar a Rose.

Nos dirigimos al parque del mercado con la esperanza de que alguien la hubiera visto allí y empezamos a preguntar a la gente. Media hora después sin éxito alguno preguntamos a un hombre mayor  con larga cabellera gris y unas pequeñas gafas redondas que descansan sobre su picuda nariz.

-Perdone, ¿ha visto a una niña de cinco años, morena de ojos azules?- el hombre inmediatamente negó con la cabeza y yo le enseñé una foto de Rose pero él seguía sin reconocerla.

Entonces un soldado americano de unos treinta años que pasea por ahí se nos acerca y curioso pregunta:

-¿Puedo ver la foto?

Se la enseño no muy confiada de lo que puede hacer, y tras observarla unos minutos, empieza a hablar.

- La he visto, esta tarde en el campamento militar.

-¿Cómo? ¿La ha visto?

Por un momento siento que la fuerte presión que tenía mi corazón desde que perdí a Rose, se desvanece un poco.

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