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|16|Una promesa 

Embobado por aquella delgada figura y una cara concentrada. No pudo evitar sonreír, le parecía tierno como él media levemente su lengua mientras se sostenía con fuerza de las barras de apoyo. Alberto simplemente no podía de dejar de ver como Luca se esforzaba en dar sus primeros pasos.

Había pasado ya una semana; su vida en Rio se volvió una rutina cómoda y más liberal. No mentiría que extraña todo el tiempo a sus padres –porque a ellos los ama con todo su ser– como a Lia o Portorosso, pero por primera vez en sus diecinueve años se sentía dueño de sus decisiones. Aunque la verdadera razón de estar allí fue al principio procrear con otro monstruo al final le gustaba pasar el tiempo con él. Su relación con Luca mejoraba cada día que pasaba, paseando por las calles de la colonia en las mañanas para practicar sus pasos –a pesar que no tardaba mucho para que lo cargara ya que sus piernas no aguantaban– o hablar por horas en las noches sobre cosas triviales. Luca descubría cada vez más el mundo humano, llegando incluso ver por horas películas clásicas abrazado a él. Descubriendo que ambos disfrutaban mucho las películas de terror clásicas; siendo Todos los colores de la oscuridad la favorita de ambos. A pesar que no volvieron a tocar el tema de Lia desde el beso en la mejilla, tampoco exploraban más en demostrar si sus sentimientos era reales o no. Ahora temía a que él si le terminara enamorándose de Luca cuando él ni siquiera ha demostrado lo que sentía por él, porque puede sonreírle al igual que sonrojarle, pero con el celo ya no sabía si se sonrojaba por la estación o su aroma lo provocaba. Simplemente con Luca era más difícil. Por no decir también que estos últimos dos días Luca se comportaba extraño –nada que ver con su celo–, era más distante con él y se la pasaba más pegado a Ercole. Y cada vez que intentaba acercarse los separaban para que le hicieran exámenes para su registro de comportamiento. Antes no hubiera sido un problema, pero desde que él le confesó de sus sentimientos por el humano gruñón, ya no podía compararlos como padre e hijo.

Siguió observando como Luca caminaba directamente hacia Ercole; quien lo esperaba al final de las barras preparado para atraparlo. El humano le decía algo en portugués, que ocasionaba que el menor riera e intentara dar lo mejor de sí para ir hacia él. Y cuando al fin logro le lanzo a los brazos de su cuidador, Ercole lo alzo entre sus brazos y Luca se acurrucó rápidamente en su pecho mientras reía.

《–"Normalmente nos acurrucamos en nuestras parejas..."

《–"Lo acepte porque quiero estar con Ercole con lo que me queda de vida..."

Las propias palabras de Luca invadieron su mente, dándole un mal sabor de boca.

《 –"Lo amo tanto que prefiero que sea feliz con una mujer..."》

Desvió la mirada al ver que él estaba más entretenido con el mayor. Según su hermana su relación con Ercole mejoraba también al punto que hablaban siempre o él se ofrecía para ayudarla con algunas cosas que no entendía por no dominar el portugués. No obstante ella entendía que él estuviera todo el tiempo ocupado controlando los ataques de celo de Luca, eso no la molestaba; cosa que le sorprendió a Ercole ya que fue la causa del rompimiento su antiguo matrimonio. Necesitaba que Giulia se acueste con Ercole para sentirse tranquilo ante esos celos, pero lo más probable es que ella le gritara que está loco, que Ercole ve en Luca a un hijo.

Dejo salir un suspiro y volvió a prestarle atención a su realidad donde Guido terminaba de inyectarle su dosis diaria de calmantes. Soltó un leve quejido al sentir la aguja salir de su piel, al tener una piel más gruesa que un humano la aguja era mucho más grande y afilada. El profesional coloco rápidamente un algodón con alcohol y se alejó para registrarla.

–Tu salud ha mejorado mucho estos días, Alberto –comentó con una sonrisa liviana–, debo admitir que tus padres hicieron un gran trabajo en tu dieta y cuidados. Una persona sin la conciencia adecuada te hubiera matado hace mucho.

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