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|17|Permiso

–¡Giulietta Miriam Marcovaldo! –gritó Alberto desesperado abriendo de una patada la habitación de huéspedes donde se quedaba su melliza.

Ante el atraco a su puerta la pelirroja dio un brinco del susto, cayendo de su silla y dándose un fuerte golpe en su cadera contra el duro suelo. Estaba concentrada en su trabajo para que el idiota de su hermano la molestase. Lo miro de mala manera mientras se levanta y sobaba el área golpeada. Alberto cerró la puerta una vez que se adentró, tenía suerte de que Luca y Ercole salieron a cenar a la casa de Ciccio, necesitaba hablar a solas con su hermana.

–¿Qué mierda quieres, Alberto? –gruñó en lo que volvía a sentarse en su silla.

–Necesito tu cerebro de nerd.

–¿Qué? –lo miro como si estuviera loco.

Prefirió seguir con su investigación, ya estaba demasiado estresada como para aguantar alguna idiotez de su parte. Ciccio era un gran jefe, pero otros científicos con los que colaboraba eran un dolor de cabeza exigiéndole todo el tiempo, además en portugués.

–No me importa, estoy trabajando –exclamó irritada mientras volvía a colocarse sus anteojos de lectura–. No es mi problema que tu cerebro sea del tamaño de un maní.

–Oh, claro que te va importar –canturreó mientras sacaba de su bolsillo la roca liza que le dio Luca.

Giulietta volteó a verlo mirando el objeto con desinterés y luego levantar con fastidio su mirada hacia él.

–Una roca ¿y?

–No es cualquier roca, adivina quién me la dio dándome autorización de cortejarlo –dijo mostrando una sonrisa orgullosa.

Ahí fue cuando el cerebro de ella hizo clic, sus ojos castaños claros se abrieron con sorpresa e incredulidad, rápidamente se olvidó de su trabado y se levantó para ver la roca con detalle.

–Imposible, creí que dijiste que no te la daría porque es importante para él seguir sus costumbres –dijo fascinada.

–Lo sé, hasta yo me sorprendí –confesó apenado–, por eso vine contigo para que me ayudes no sé qué hacer. Tengo la roca, ¡¿ahora qué?! ¡Jamás creí que sentiría tan presión por tener una roca!

–Caaaalma, es buena señal –lo tomo de sus hombros obligándolo a que la viera–. No lo arruines con tus idioteces. Luca tiene mucha confianza en ti como para dártela.

–Bueno una parte de mí, no le sorprende del todo que me la diera –agachó la mirada con pesar–, al fin de cuentas ambos aceptamos ser padres.

–¿Seguro que quieres serlo? –le preguntó en un tono preocupado– Diría que eres joven, pero Luca es solo un adolescente y está más preparado que tú.

–La idea de ser papá, me gusta y no me molesta en nada...podría decir que me emociona un poco –dijo sonrojado y encogiéndose de hombros–. Sé que Luca está más preparado –suspiró frustrado mientras se soltaba suavemente del agarre de ella para poder sentarse en la orilla de su cama–. No quiero defraudarlo; es mi amigo y será la madre de mi hijo.

–Suena raro si lo dices así –comentó en lo que volvía sentarse en su silla y girándola para quedar frente a él.

–Todo es raro cuando eres un monstruo inexperto –respondió con el ceño fruncido–. No tengo el "instinto" –hizo comillas con sus dedos antes de tirarse de espaldas contra el colchón–. No tengo ni la menor idea de que hare.

Ella se mordió el labio inferior al no tener idea que decirle, se quedó unos segundos pensando hasta que recordó sus documentos. Rápidamente giro su silla y abrió el primer cajón encontrándose con una gran variedad de documentos bien organizados, no tardo en nada en encontrar el que busca; cortejo y rocas de unión.

UNCOVER || LubertoOnde histórias criam vida. Descubra agora