||41||

527 69 56
                                    

|41|La mejor opción

Un suave y decaído suspiro salió de los labios finos y rosados de Luca; sentado en el borde de la cama para limpiar con un trapo húmedo el sudor de la frente de Alberto, provocando que aquellas hermosas escamas brillantes como las mismas amatistas relucieran solo para él. Intento sonreír con tristeza, pero no pudo. Era la última luna y su novio estaba cada vez más peor. Delirando, sudando como también gritando en alto ante el ardor de sentir sus órganos hacerse pedazos poco a poco. La muerte sonaba más apetecible que seguir aguantando eso. Se había subestimado al aguantar sin muchos problemas la primera luna.

Ya han pasado dos días desde lo ocurrido, ni siquiera habían hablado. Luca no quería escucharlo por miedo de que él le dijera que lo dejaría, no lo soportaría.

Él nunca será tan bueno como Lia. Cada vez que pensaba en la remota idea que Alberto se arrepienta de elegirlo a él lo destrozaba. Limpio sus ojos con su puño tratando de no sentirse mal consigo mismo. No sabía cocinar como ella que esos días le trajo a Alberto un poco de caldo de pescado, sin darse cuenta que humillo a Luca que intentaba aprender todo un mundo nuevo. Hacia un mayor intento por encajar en el mundo de su novio, pero ni siquiera podía hacer las cosas el solo sin ayuda de los demás...se sentía un inútil.

Retiró despacio la franela y miro los masculinos rasgos de su novio inconsciente. Sin duda los Scorfanos se caracterizaban por tener rasgos más toscos y gruesos que las demás razas, como él que era pequeño y más delicado al ser un Paguro. Con su pulgar acaricio la mejilla de su amado con tanta delicadeza; a pesar que no han tocado el tema esos dos días, él siempre estuvo para él. Lo ayudaba a ir al baño como también a bañarse y comer un poco. Jamás se separó de él ni dejo que otros lo atendiera, en especial ella, que cuando quería verlo solo le gruño de forma grosera. Él hacia su mayor esfuerzo para que otro se gane el cariño de su novio.

Temía a que se lo robaran de su lado cuando menos lo esperase. Llegando al punto que Ercole se lo tuvo que llevar cargando para que durmiera con él, ya que no lo hace si esta con Alberto. Obviamente tuvo que aceptar a regaña dientes y gruñendo –por no decir que rasguño a todo aquel que se atreva a cargarlo o tocarlo–, las viejas costumbres nunca cambiaban.

Pero esta noche será diferente tres lunas se habrán completado y le darán el antídoto a su amado para poder irse a Rio con la bendición de los ancianos.

Recogió el trapo y dejo otro completamente nuevo cual estuvo remojado en agua helada para que bajara su temperatura, como le indicó Guido. Abrigó bien a Alberto entre las gruesas sabanas con imágenes de tigres y besó con cariño su mejilla. No obtuvo reacción alguna, tampoco le sorprendía. Solo acomodo su pantalón dispuesto a seguir con sus tareas diarias; necesitaba trabajar en acostumbrarse al entorno humano como también a los labores domésticos. Quería hacer las cosas por sí mismo y demostrarle a su novio que era un buen partido.

Ahora los papeles se invirtieron. Tomó el cesto con la ropa sucia, lavaría las de todos mientras que ellos trabajaban –como también era una forma de agradecerle a Bruno por su hospitalidad– y cuando estaba a punto de salir de la habitación fue sorprendido por la mirada preocupada de sus tíos.

–Luca –musitó con pesar el castaño adentrándose a la habitación–...necesitamos hablar de lo que pasara después de esta noche.

Él suspiró y dejo el cesto devuelta en el suelo para sentarse en la orilla de la cama.

–Tu padre ya habló contigo –dijo en un tono decaído Ciccio mientras tomaba asiento en una silla de madera cercana–, ahora queremos hablarlo con tranquilidad.

Ya sabía a donde iba esta conversación. Guido se hincó frente a él y tomo sus manos, ganándose su mirada apagada.

–¿Estás seguro de que quieres que sea él tu proclamado?

UNCOVER || LubertoWhere stories live. Discover now