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|22|Hacia Bahía

Exclamaciones de ternura inundaron todo el colorido y hogareño comedor. Alberto esbozo una silenciosa risa escondida en aquella taza de café descafeinado al ver aquellas dos hermosas mujeres una de piel oscura y cabello largo negro con mechones coloridos mientras que la otra era piel blanca y cuerpo musculoso, ambas miraban con ternura como Luca degustaba como un niño pequeño aquel postre llamado alfajor. El monstruo tenía sus mejillas sonrojadas y llenas de migajas con dulce de leche o miel. Luca seguía comiendo como un animal salvaje, pero era feliz y eso ocasionaba que ambas mujeres le trajeran más dulces para poder ver aquellos ojos inhumanos brillar como un niño pequeño y junto con aquella sudadera blanca que le quedaba enorme le daba una apariencia inocente –cuando claramente no tenía ninguna inocencia–.

Según lo que le contó Héctor –quien estaba sentado a su lado para traducirle todo lo que le tenían que decir la familia Mirabel–, ellas dos eran las hermanas mayores de la joven de lentes. Toda la familia los recibió como si fueran familia, dando una calidez y alegría hogareña que incluso la madre de ella les hizo una gran variedad de comida, que para su desgracia tuvieron que rechazar varios platillos que se veían deliciosos, pero tenían alimentos que eran tóxicos para ellos.

No puedo creer que él sea considerado un monstruo salvaje, es tan adorable –exclamó en español la azabache mientras le arrimaba a Luca un pedazo de merengón.

Luca al verlo su semblante mostro asombro y le sonrió a ambas, ocasionando que ellas dejaran salir un leve chillido de ternura. Alberto volvió a reír, Ercole le aviso hace tiempo que Luca sabe que es adorable para la gente y aprovecha esa ternura de su belleza natural para conseguir lo que quiere –en especial dulces–, pero eso no impidió que dejara que él disfrutara de los postres y más cuando estos no tenían ingredientes que podían perjudicarlo como otros. Simplemente lo observo comer, con una pequeña sonrisa, mientras que la señora Julieta preparaba más comida para ellos, ya que según sus palabras no era suficiente.

–¿Seguro que no lo embarazaste ya? Come demasiado –habló como si nada Héctor mientras sonreía con picardía.

Alberto casi deja caer su taza al escucharlo, cosa que no les intereso a las mujeres al estar entretenidas con Luca. Su rostro se tiño de un fuerte rojo que pinto hasta sus orejas, dejó la taza sobre la mesa y miro avergonzado como humillado al mexicano. Tenía la fortuna que él y su familia eran los únicos de la vecindad que entendían italiano.

–¡NO!...sé que tengo que hacerlo...pero...agh

Ante la vergüenza dejó caer sin ningún cuidado su rostro contra la mesa logrando que Héctor soltara una escandalosa carcajada y golpeara amistosamente su espalda.

–Al parecer no lo has hecho porque ambos son igual de vírgenes.

Un fuerte y pesado quejido salió de los labios de Alberto al escucharlo. Aun así, levanto un poco su cabeza y asistió derrotado, provocando que el mayor volviera a reír. Eso no podía ser más humillante.

–Oh, vamos, ¿qué tan difícil es tener relaciones con él? Se nota que ambos se tienen ganas.

–No es lo que piensas –dijo en un tono apagado mientras apoyaba su rostro sobre sus brazos–, solo es porque él está en celo y es normal que me atraiga de esa manera, pero no quiero hacerle algo sin su consentimiento. Si quiero tener relaciones con él quiero que sea cuando se sienta cómodo y tenga confianza...me está entregando su virginidad y para él es importante.

–Ya veo...–sonrió de lado– tienes un buen corazón muchacho.

El sonrió débilmente, le habían dicho eso casi toda su vida y aun así pasaba por humillación, discriminación y varias cosas. Suspiró y miro de reojo a Luca a lo lejos, quien al sentir su mirada le sonrió con dulzura, a lo que él le correspondió. Al parecer el azúcar apaciguó su enojo.

UNCOVER || LubertoWhere stories live. Discover now