[EXO] Lluvia de estrellas ✦

Capítulo Dos: Música

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Sus emociones al máximo no eran una novedad, pero su impulsiva toma de decisiones sí que lo fue. Para el científico las respuestas exactas y conclusiones absolutas no existían, las interrogantes por lo que sabía, nunca dejarían de surgir; las afirmaciones e indicios siempre podrían variar, reformularse o incluso desecharse. La vida y el conocimiento le habían entregado todo ese aprendizaje, sus emociones y estudios le dieron mucho de que preguntarse, arrepentirse y maravillarse.

Su profesión le hizo aprender de buena y mala manera que nada estaba decidido, que pese a esas ocasiones donde las respuestas significaban hechos y generaban teorías, la naturaleza y su misterio continuamente cambiaban todo. Los pequeños descubrimientos y avistamientos siempre podrían dar estelas de información pérdida e ignorada. Chanyeol aprendió que una cifra cambiaba resultados, que un detalle no analizado provocaba grandes dilemas y poner de cabeza todo el avance de una investigación.

Su privacidad, amores y recuerdos no se quedaban atrás. Aunque justo ahora, con las manos presionando el volante de su camioneta en búsqueda de un nuevo ángulo, en ese intento para dar un paso atrás y entender qué salió mal, las secuelas de su enfermedad estaban obstaculizando su raciocinio.

Chanyeol se guió por el arrebato, e intentó solucionar su ímpetu con un mensaje de texto que incluía una disculpa. Su corazón pidió por desahogo, y su cabeza lo llevó con dificultad entre las atiborradas calles de un viernes por la noche en Seúl.

No sabía si fue por una hora o dos, en las que el móvil a su lado continuaba encendiéndose entre llamadas entrantes y chats. Four Seasons ambientando fuerte y claro en la oscuridad de su vehículo, con el sonido de los violines, violonchelos y clavecín retumbando al ritmo de su nerviosismo, calmándolo y acelerándolo junto a los movimientos.

En ocasiones lo ayudaba a respirar, en otras lo volvía loco.

Para su sorpresa, los saltos en su condición se detuvieron en gran medida al llegar a su destino. After Nine causaba eso desde que ponía un pie en el lugar, lo que le daba algo de mérito a su hermana, y a la cual no se lo haría saber.

Chanyeol en su momento no supo si Yoora estaba analizando su futuro con detenimiento, cuando de un día para otro decidió mandar al diablo sus cuatro años de cansados estudios en la universidad, diciendo que presentar currículums en cuanta empresa conociera era agotador, y que en su lugar un préstamo al banco, y tomar algunas lecciones para convertirse en barista, eran su solución.

Como era obvio, sus elecciones obtuvieron consecuencias, Chanyeol las vivió a la distancia, a veces incluso de cerca. Que su padre dijera decepcionarse y pensar en desheredarla no generó parpadeos a su hija, mucho menos resoplidos o la promesa de reflexionar sus acciones. Yoora continuó su camino retando a su suerte, y en la liosa mezcla de complicaciones y progreso, colocó el nombre de su club de jazz entre los lugares más recomendables de la ciudad.

La música, el sonido de las copas y los aplausos ambientaban el lugar, acorde a los tonos rojizos, blancos y marrones que lo caracterizaban. Las redondas y pequeñas mesas en el interior repletas, apenas dejando el espacio suficiente para que los meseros pasaran sin inconvenientes. El escenario rectangular al fondo, con los músicos, instrumentos y micrófonos bajo las luces cenitales señalándolos como protagonistas.

Era un sitio tan lleno de calma, tan a la espera de él para apaciguar sus emociones, que Chanyeol se dejó cobijar por el sosiego. Su pecho se llenó de aire dulce, los pasos se volvieron pausados, y sus orbes buscaron con calma entre los espectadores.

Localizar a Kyungsoo como era costumbre no resultó tan complicado, en primer lugar, porque varios pares de ojos miraban a su dirección cada cuanto (un tema del cual ambos habían optado por no hablar, una recomendación de Chanyeol cabe destacar). Seguidamente, de que aquella mesa era tomada por él si tenía la oportunidad, pues lo consideraba ideal para pasar desapercibido, lo que nunca sucedía.