04, El circo de Malfoy

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04, El circo de Malfoy

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04, El circo de Malfoy

Luego de aquella desastrosa clase de Adivinación, se dirigieron a la clase de Transformaciones de la profesora McGonagall. Tardaron tanto en encontrar el aula que, aunque habían salido de la clase de Adivinación antes de la hora, llegaron con el tiempo justo.

Harry eligió un asiento que estaba al final del aula, y Lyra lo siguió, sintiéndose el centro de atención: el resto de la clase no dejaba de dirigirle miradas furtivas a Harry, como si estuviera a punto de caerse muerto. Aunque había quedado algo distraida por la clase anterior, oía con atención lo que la profesora McGonagall les decía sobre los animagos (brujos que pueden transformarse a voluntad en animales), y quedó con la boca abierta cuando ella se transformó ante los ojos de todos en una gata atigrada con marcas de gafas alrededor de los ojos.

—¿Qué les pasa hoy? —preguntó la profesora McGonagall, recuperando la normalidad con un pequeño estallido y mirándolos—. No es que tenga importancia, pero es la primera vez que mi transformación no consigue arrancar un aplauso total de la clase.

Todos se volvieron hacia Harry, pero nadie dijo nada. Hermione levantó la mano.

—Por favor, profesora. Acabamos de salir de nuestra primera clase de Adivinación y… hemos estado leyendo las hojas de té y…

—¡Ah, claro! —exclamó la profesora McGonagall, frunciendo el entrecejo de repente—. No tiene que decir nada más, señorita Granger. Díganme, ¿quién de ustedes morirá este año?

Todos la miraron fijamente.

—Yo —respondió por fin Harry.

—Ya veo —dijo la profesora McGonagall, clavando en Harry sus ojos brillantes y redondos como canicas—. Pues tendrías que saber, Potter, que Sybill Trelawney, desde que llegó a este colegio, predice la muerte de un alumno cada año. Ninguno ha muerto todavía. Ver augurios de muerte es su forma favorita de dar la bienvenida a una nueva promoción de alumnos. Si no fuera porque nunca hablo mal de mis colegas… —La profesora McGonagall se detuvo en mitad de la frase y los alumnos vieron que su nariz se había puesto blanca. Prosiguió con más calma—: La adivinación es una de las ramas más imprecisas de la magia. No les ocultaré que la adivinación me hace perder la paciencia. Los verdaderos videntes son muy escasos, y la profesora Trelawney… —Volvió a detenerse y añadió en tono práctico—: Me
parece que tienes una salud estupenda, Potter, así que me disculparás que no te
perdone hoy los deberes de mañana. Te aseguro que si te mueres no necesitarás
entregarlos.

Hermione se echó a reír y Harry se sintió un poco mejor. Lyra pensó que, lejos del aula tenuemente iluminada por una luz roja y del perfume agobiante, era más difícil aterrorizarse por unas cuantas hojas de té. Sin embargo, no todo el mundo estaba convencido. Ron seguía preocupado y Lavender susurró:

—Pero ¿y la taza de Neville?

Cuando terminó la clase de Transformaciones, se unieron a la multitud que se dirigía bulliciosamente al Gran Comedor, para el almuerzo.

Lyra Black y el Prisionero de Azkaban [3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora