08, La derrota

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08, LA DERROTA

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08, LA DERROTA

—Va a ser difícil —dijo Wood, sin probar bocado.

—Deja de preocuparte, Oliver —lo tranquilizó Lyra—. No nos asustamos por un poquito de lluvia.

Pero era bastante más que un poquito de lluvia. El quidditch era tan popular que todo el colegio salió a ver el partido, como de costumbre. Corrían por el césped hasta el campo de quidditch, con la cabeza agachada contra el feroz viento que arrancaba los paraguas de las manos. Poco antes de entrar en el vestuario, Lyra vio a Malfoy, a Crabbe y a Goyle camino del campo de quidditch; cubiertos por un enorme paraguas, señalaban a Harry y se reían.

Los miembros del equipo se pusieron la túnica escarlata y aguardaron la habitual arenga de Wood, pero ésta no se produjo. Wood intentó varias veces hablarles, tragó saliva con un ruido extraño, cabeceó desesperanzado y les indicó por señas que lo siguieran.

El viento era tan fuerte que se tambalearon al entrar en el campo. A causa del retumbar de los truenos, no podían saber si la multitud los aclamaba.

Los de Hufflepuff se aproximaron desde el otro extremo del campo, con la túnica amarillo canario. Los capitanes de ambos equipos se acercaron y se estrecharon la mano. Diggory sonrió a Wood, pero Wood parecía tener ahora la mandíbula encajada y se limitó a hacer un gesto con la cabeza. Lyra vio que la boca de la señora Hooch articulaba:

—Monten las escobas.

Lyra sacó del barro el pie derecho y pasó la pierna por encima de su escoba. La señora Hooch se llevó el silbato a los labios y dio un pitido que sonó distante y estridente... Dio comienzo el partido. Lyra se elevó rápidamente, pero la escoba oscilaba a causa del viento. La sostuvo tan firmemente como pudo y dio media vuelta de cara a la lluvia, con los ojos entornados.

Al cabo de cinco minutos, Lyra estaba calada hasta los huesos y helada de frío, pero aún así podía dar pases a Angelina y a Katie. Anotaron unos cinco puntos y Katie perdió la pelota en un choque justo antes de anotar el sexto.

Con el primer relámpago llegó el pitido del silbato de la señora Hooch. Lyra sólo pudo ver a través de la densa lluvia la silueta de Wood, que le indicaba por señas que descendiera. Todo el equipo aterrizó en el barro, salpicando.

—¡He pedido tiempo muerto! —gritó a sus jugadores—. Vengan aquí abajo.

Se apiñaron en el borde del campo, debajo de un enorme paraguas. Harry se quitó las gafas y se las limpió con la túnica.

—¿Cuál es la puntuación?

—Cincuenta puntos a nuestro favor. Pero si no atrapamos la snitch, seguiremos jugando hasta la noche.

—Con esto me resulta imposible —respondió Harry, blandiendo las gafas.

En ese instante apareció Hermione a su lado. Se tapaba la cabeza con la capa e, inexplicablemente, estaba sonriendo.

Lyra Black y el Prisionero de Azkaban [3] Where stories live. Discover now