02, Los Dementores

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02, LOS DEMENTORES

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02, LOS DEMENTORES

A la mañana siguiente, Nymphadora la despertó diciendo que en dos horas debían estar en el tren. Lyra se vistió y se estaba calzando cuando Hermione abrió la puerta de golpe.

—Oh —dijo al verla—. Dora me ha dicho que suba a comprobar que te habías levantado.

—Está bien —dijo—. Debo contarte algo...

Pero antes de que siga con sus palabras entró Ginny, que se asomó a la habitación para charlar con ellas, alegando que moría de aburrimiento.

Bajaron a desayunar y encontraron al señor Weasley, que leía la primera página de El Profeta con el entrecejo fruncido, y a la señora Weasley, que hablaba a Nymphadora de un filtro amoroso que había hecho de joven. Las dos se reían con risa floja.

—¿Qué me ibas a contar? —preguntó Hermione cuando se sentaron junto a Harry y Ron.

—Más tarde —murmuró Lyra, al mismo tiempo que Percy irrumpía en el comedor.

—¿Qué le tienes que contar a Hermione? —le susurró Ron al oído, Lyra lo miró con aires de ofendida.

—Aunque no me gusta que te metas —le dijo—. Te lo contaré más tarde, y Harry ya lo sabe.

Con el ajetreo de la partida, Lyra tampoco tuvo tiempo de hablar con Hermione. Todos estaban muy ocupados bajando los baúles por la estrecha escalera del Caldero Chorreante y apilándolos en la puerta, con Hedwig y Hermes, la lechuza de Percy, encaramadas en sus jaulas. Al lado de los baúles había un pequeño cesto de mimbre que bufaba ruidosamente.

—Vale, Crookshanks —susurró Hermione a través del mimbre—, te dejaré salir en el tren.

—No lo harás —dijo Ron terminantemente—. ¿Y la pobre Scabbers?

Se señaló el bolsillo del pecho, donde un bulto revelaba que Scabbers estaba allí acurrucada.

El señor Weasley, que había aguardado fuera a los coches del Ministerio, se asomó al interior.

—Aquí están —anunció—. Vamos, Harry.

El señor Weasley condujo a Harry a través del corto trecho de acera hasta el primero de los dos coches antiguos de color verde oscuro, los dos conducidos por brujos de mirada furtiva con uniforme de terciopelo verde esmeralda.

—Sube, Harry —dijo el señor Weasley, mirando a ambos lados de la calle llena de gente. Harry subió a la parte trasera del coche, y enseguida subieron con él Hermione, Ron, Lyra y Nymphadora.

Lyra Black y el Prisionero de Azkaban [3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora