IX • Noticia

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Melanie había estado aguardando en aspas el regreso de su marido, y en cuanto entró en el salón, se alzó. 

—¿Cómo fue? 

León soltó un suspiro. 

—Como imaginé. El novio de Ariel es apuesto y es más joven que nosotros. 

—Ya veo... —Melanie meció la cabeza —Así que es otro capricho de Ariel. 

León quería pensar que no era así. Que Ariel en verdad se había enamorado, pero no podía creerlo teniendo en cuenta su historial. Pensó que con Matías había conocido el amor, pero al parecer no fue así. 

—Me preocupa que si termina con ese chico, busque a Matías de nuevo —admitió la joven con triteza y León le puso la mano sobre uno de sus hombros. 

—Hablaré con él en ese caso. 

Matías la amaba demasiado y la perdonaría, de eso estaba seguro, pero él no le dejaría que lo hiciera. Tenía que abrirle los ojos. 

*** 

—Maldición... 

Matías no paraba de dar vueltas en la cama. Había cambiado las sábanas, pero la esencia de Ariel persistía en el ambiente. O quizás solo se lo imaginaba. Hacía mucho que no dormía sin ella. En aquella cama habían hecho el amor muchísimas veces, y no solo eso, habían compartido infinitas conversaciones, sonrisas y risas. No habían discutido muchas veces y la mayoría de ocasiones eran por tonterías, pero nunca se sopesó la opción de terminar. 

—Ariel se enamoró de alguien más... —pronunció con dolor y salió de la cama sacudiendo el edredón con frustración. 

Caminar por aquel apartamento era un infierno. Ariel estaba grabada en cada rincón y su risa se había quedado en sus oídos. Ahora que lo pensaba en soledad, quizás Ariel siempre pensó en León cada vez que tuvieron relaciones. En cada beso. En todo lo que habían compartido. En el pasado le pidió que fingiera ser León así que no sería extraño, y esa posibilidad le resultó sumamente dolorosa. 

Salió al balcón y llenó de nicotina sus pulmones, mientras apreciaba las estrellas, pensando en qué estaría haciendo Ariel. Probablemente estaría envuelta en los brazos de aquel extraño, haciendo... 

La sustancia del tabaco no era suficiente para apagar el dolor. Tuvo que recurrir a la cerveza para lograr conciliar el sueño. 

Por la mañana estaba tan mal, que tan solo apagó el despertador y se quedó durmiendo. Había luchado mucho por sacarse el título de medicina, pero ya le daba lo mismo. Sin Ariel a su lado, ya nada tenía sentido. 

*** 

—Buenos días —Ariel se despertó muy juguetona y quiso escurrirse por debajo de las sábanas, pero Noun no la dejó. 

—¡Ariel! —la empujó, riéndose. 

Siempre que lo escuchaba reír, Ariel sentía que alcanzaba el cielo. Era sin duda hermoso. 

—¿Qué haces? —Noun dejó de reírse en el momento en que vio a Ariel apuntándole con su móvil. 

—Quiero grabar tu risa. La pondré como tono de llamada —nunca pensó que ser cursi se sintiera tan bien. 

—No. Eso es vergonzoso. 

—Vale, no la pongo como tono de llamada. La guardaré solo para escucharla yo —le hizo ojitos. 

—No, igual no —negó. 

Estuvo a punto de reír, pero recordó que no debía de hacerlo. 

—¡Noun, sabes que lo voy a conseguir! 

Coleccionista de desastres [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora