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Me fijé que alguien estaba cerca.

Ran Haitani, en verdad me atraía algo de él, pero no sabía el qué era.

Aunque claro, el era arrogancia en persona, no lo niego, tenía lo suyo, y tendría a cualquier chica bajo sus pies, y eso, me molestaba en parte, por otra, me alegraba que así al fin dejen de seguirme.

— Pareces acosador.

— Es una palabra un poco fuerte.

— Así lo veo yo.

— Dime pequeño ángel..., ¿por qué tanto rechazo?

— No son de mi interés.

— Pero tu si el nuestro.

— El tuyo – corrigió su hermano, asique sonreí.

— Como sea, ¿qué te parece si salimos?

— Piérdete.

Si, así era, tan sencillo, tan fácil, pero tan divertido de ver sus expresiones. Y con el tiempo, me acostumbré a él.

— Kyomi.

— ¿Qué?

— Tengo hambre, ¿quieres algo?

— Claro, pide lo que quieras.

— Bien...

Estar a costada en su cama, mandarlo como a un perro, a este punto habíamos llegado, bueno, dos años ya de eso, más o menos.

— ¿Qué te tiene tan pensativa? – miré a su hermano menor, Rindou, era agradable.

— Mamá hará algo, no sé qué, pero es probable que sean invitados, y si no lo son, deben venir a por mí, no pienso quedarme con chicos idiotas hormonales.

— ¿Qué?

— Tiene pensado ver a un futuro líder, un esposo para mí, por eso, deben ir.

— Es estúpido.

— Lo es.

— Ran estará encantado de aceptar eso.

— Y aceptaría sólo y si son ustedes, son los únicos que conozco, al menos tendré que elegir entre los presentes.

— Horrible.

Rindou era un chica muy agradable, sin duda alguna sería el prototipo de chico perfecto, pero, no lo podía ver de esa manera, para mí, siempre me llamará la atención más su hermano.

Pero, como dije, esa fiesta se realizaría, y vaya que los cielos me escucharon.

— Kyomi, ya llegaron nuestros invitados.

— Mejor dicho, chicos hormonales – miré la cantidad, no eran muchos, pero entre ellos estaban los Haitani, al menos si vinieron.

— Si, también comparto tu idea, pero bueno, acércate a quien te llame la atención.

— ¿Y los demás?

— Sólo es una cena para conocer a los posibles "socios" pero ya sabes la verdadera intención.

— Entiendo – me alejé de ella para caminar directo hacia los Haitani, ignorando a uno que otro que quería acercarse – me alegra mucho que estén aquí.

— Te vez hermosa Kyomi.

— Ustedes también se ven apuestos, vamos, iremos un momento al jardín antes de ir al comedor.

— Por favor – reí un poco sujetando el brazo de Ran, era muy alto, y tenía un porte de elegancia natural, a comparación de Rindou, que parecía aburrirle todo.

Claro que aquello llamó la atención de muchos, la princesa del clan Sango, tomando el brazo de uno de los príncipes de Roppongi, el hermano mayor, Ran Haitani, sin duda alguna mamá se alegro por la elección, y papá, bueno, a él no le interesaba, conocía las capacidades de todos, asiqué pronto hablarían.

— Aún sigues asombrándome.

— ¿Por qué?

— Tan femenina, bonita, delicada, pero si te lo propones, esa fragilidad puede irse al diablo y degollarías a cualquiera.

— Suenas como si fuera una asesina profesional.

— Puede ser, no lo niego.

— Idiota.

— Siento que sobro aquí – miré a Rindou y sonreí.

Para estar en mi ultimo año, me iba de maravilla, no había tenido oportunidad de salir de Roppongi, algo que no solemos hacer. Y, por tanto, nuestros movimientos serían más minuciosos.

— ¿Conocías desde hace mucho a los Haitani?

— Hace poco tiempo.

— Se ven interesante.

— Si se lo proponen, son capaces de lograr cualquier cosas, no han hecho nada por alguien, dicen que esperan a que los llamen.

— ¿Quién?

— Su amigo, o general como ellos les dice.

— ¿Pandillas?

— Algo así.

— Bueno, conoce al menos un poco del trabajo duro.

— ¿No pensarás casarnos a temprana edad?

— No, eso sería tonto, si el lo aceptó, ustedes pondrían la fecha.

— Bien...

Fragil - Ran HaitaniWhere stories live. Discover now