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El incremento de dinero, iba muy rápido en Japón, ya eran toda una organización criminal, y nuestro viaje, había concluido.

Cuando llegué, había varios cambios.

— Te vez hermosa – tomé el rostro de Mikey para besar en su mejilla.

— Haré una rica comida, también espero te guste estos taiyakis.

— Eres la mejor – sonreí por ello y miré a los demás.

— Vaya, han cambiado, ¿les gusta? Cuando todo se establezcan deberíamos ir a China.

— Luego de terminar con esto – miré a Mikey y asentí – tu boda se hará más adelante.

— Como digas.

Se veían diferentes, no había duda, el que más me llamó la atención fue Ran, se veía guapo, esa mirada arrogante, sus ojos filosos recorriendo mi cuerpo, no había duda, se convirtió en lo que quería.

Y mi camino empezaba, la viuda negra, un sobrenombre muy llamativo y nada original, pero bueno, yo no elegí ponérmelo.

Amaba a Ran, había deslices, pero no llegábamos a más, y los demás empezaban a hartarse de esto.

Infiltrarme con las tradiciones Chinas causó controversia, no sabían si era alguien japonés o chino, pero daba igual, tenía lo que quería, y en la cima, hacía lo que deseaba.

— Empiezan a estresarme.

— Lo siento, la naturaleza del más orgulloso.

— Olvídalo, habrá coito quieran o no, ahora largo.

Si, Mikey nos encerró en una habitación, con vino y globito para la protección.

— Te has puesto muy guapo.

— Y tu hermosa, ¿crees que ahora si poder casarte conmigo?

— Muy bien, nos casaremos, nunca me gusto mi apellido después de todo.

— Y yo siempre quise que tuvieras el mío.

En esa habitación empezaron a escucharse sonido morbosos, nuestros labios juntos, piel con piel, Ran sabía donde tocar, y no me importaba, todo estaba dicho, esa tensión sexual empezaba a ser aliviada.

Sentirme una mujer amada, era poco, me sentía más poderosa, más fuerte, más protegida.

— Desde ahora deberán llamarte, Kyomi Haitani.

— La señora de Ran Haitani, suena bien.

Kokonoi había organizado todo, era su preciada amiga de dinero, obvio que lo iba hacer.

Y Mikey, no le importaba si nos tomábamos la luna de miel o no, algo que, si lo hicimos, y ahora parecíamos conejos.

— Kyomi.

— ¿Sí?

— ¿Cuántos años son de Emma?

— Hace dos semanas, fueron doce años.

— Ya veo – no era algo normal que lo diga así tan ligero en una reunión donde todos escuchaban – en unos días más iré a China, quiero ver lo que hicieron, me llevaré a Kokonoi y a tu esposo.

— Como quieras.

— Quedarás a cargo hasta que vuelva.

— ¿Cuánto tiempo será?

— Eso lo decidirás tú, volveré cuando ese problema haya sido resuelto. Lo sabrás cuando lo veas.

— Si...

No lo entendía, pero no quería preguntar por la expresión que puso, sería bueno que se distrajera por un momento, asique prepare algunas cosas para cuando llegara.

Y lo que Mikey dijo se cumplió, alguien buscaba a Mikey, y empezaba a dar con él.

— ¿No eran amigos?

— Si, mi rey pidió que soluciones eso.

— ¿Lo mato o le miento?

— Debe haber visto las noticias, mentirle no sirve de nada.

— Si lo mato, ¿Mikey me matará?

— No lose.

Ingresamos al viejo boliche, el chico ahí sentado dándonos la espalda, a medio camino iba pensando en que hacerlo, si lo mato Mikey me matará, pero necesitaba que lo deje en paz.

— ¿Quién eres?

— ¿He? Tu...

— Eres el chico llorón, si, Mikey solía decir que siempre llorabas.

— ¿Mikey? ¿dónde está él?

— ¿No lo sabes?, hace poco hubo un enfrentamiento, como líder de respaldo, tomo el lugar que era suyo, yo soy líder de Bonten, o lo que queda de ella.

— ¿Qué?

— Escucha, aun tenemos algo de corazón, sólo vine a darte lo ultimo que me dejaron, Mikey te apreciaba mucho, no hay nada que hacer, a pesar de que se convirtió en el líder de Bonten, me aseguré de que sea feliz, yo cargué con eso, murió con una sonrisa, asique déjalo descansar.

— Mikey...

Al día siguiente las noticias sobre el líder de Bonten muerto sonaba en cada canal, no fue difícil encontrar un cuerpo, así sería más fácil, aun así, no entendían porque Bonten seguía igual de fuerte.

Bueno, esa era una maña mía.

— Hacerme pasar por muerto, no lo había pensado.

— Si, lose, sé me ocurrió de ultimo minuto, se veía destrozado, leyó la supuesta carta que dejaste, luego de eso tomó las manos de muchas personas, pero no sucedió nada.

— Entiendo.

Mikey parecía respirar un poco, y estaba bien, no me preocupaba.

— Hola linda.

— Hola guapo, ¿cómo les fue?

— China es bonita, el idioma es un asco.

— Para ti todo es molesto.

— En fin..., estaba pensando en tener un hijo.

— ¿Quieres que siga nuestros pasos?

— Sólo si él quiere.

— Suena interesante, ¿ya lo hablaste con Mikey?

— Le agradó la idea.

Un hijo, tal vez mi lado humano se fue al caño desde hace mucho, y por eso no me importaba, pero, tampoco me gustaría tenerlo en este mundo, no lo sabía, pero la idea era tentadora.

Después de todo, las personas me seguían viendo frágil, algo que odiaba, pero que a la vez aprovechaba. 

Fragil - Ran HaitaniWhere stories live. Discover now