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Cuando llegué, me dirigí a donde se supone vivía, era temprano, muy temprano si seguía siendo el.

— Buenos días, ¿se encuentra Manjiro Sano?

— ¿De parte de quién?

— De su vieja amiga, Kyomi Sango – la rubia frente a mí parecía reconocerme – han pasado años, Emma.

— Kyomi, estas hermosa, pero, Mikey no despierta, desde que falleció Shinichiro vive ahí – miré a la dirección que me indicaba – y sólo Draken lo despierta, rara vez lo hace solo.

— No ha cambiado en nada, iré por él.

— Les haré un buen desayuno – reí un poco y agradecí para entrar a la habitación de Mikey.

— Enserio has cambiado, sólo un poco, Mikey, ya llegó el amor de tu vida – lo lancé de la cama, ocasionando que despierte de inmediato – hola.

— ¿Kyomi? Es muy temprano.

— Y dije que quería pasar tiempo contigo, asiqué levántate que iremos a recorrer un poco el lugar.

— Son las siete Kyomi.

— Mientras más rápido mejor Mikey, muévete – tomé la manta que siempre lo vi sujetando – diablos Mikey, esto tiene más años que yo.

— Es mi preciada manta, déjala.

Reí un poco y lo senté para peinarlo, pero me detuve, lo cargué y lo llevé al baño, necesitaba que se de una ducha, miré algo de su ropa, para llevársela.

Mi mala maña de no sentir vergüenza, mis padres dijeron que es un defecto con un gana y pierde.

Entré al baño donde se duchaba Mikey, ocasionando que grite y se tape, juro que toda Shibuya escuchó el grito.

— Kyomi, no entrés así.

— Lo siento, te dejo aquí la ropa, y una toalla porque no la trajiste, te espero para peinarte – mis carcajadas eran lo de menos, su cara roja lo era todo, hasta que salió – te vez guapo, ven.

— Eso fue, cruel de tu parte, y algo desvergonzado.

— Lo siento, pero, ¿querías salir del baño así? Sería peor.

— Bien, tu ganas – seguí recogiendo algunos mechones, su cabello estaba largo, me gustaba – el cumpleaños de Emma fue ayer.

— Lo sé, ¿crees que vine con las manos vacías? Encontré un bonito collar que de seguro le gustará.

— Bien..., pero debió ser caro.

— Todo sea por quienes quiero, y eso te incluye.

— ¿También me trajiste algo?

— Algo mejor, te llevaré a comer, sólo no te duermas, porque no te compraré los dorayakis.

— Puedo con eso.

Salimos a la cocina, ayudé a Emma, mientras saludaba a su abuelo, le alegraba que al menos haya sido yo quien lo ayudó a prepararse, hasta que escuché el rugir de una moto, y Emma se sonrojaba un poco.

— ¡Mikey!

— ¡En la cocina! – escuché al nuevo intruso, ahora entendía porque había un plato más.

— Bañado, peinado, arreglado, sin la manta, comiendo, ¿quién eres?

— Soy yo, Kenchin.

— Mentira, el enano no se levanta a menos de que yo lo haga – reí un poco llamando su atención – oh, ahora entiendo menos.

— Kyomi Sango, amiga lejana de este par, la favorita del abuelo Sano.

— Aun no – miré al abuelo para ponerle un té frente a él – la mejor chica que conocí.

— Vine de visita, hace mucho que no venía, aproveché que mis padres fueron de viaje.

— Entiendo, me sigue sorprendiendo que Mikey esté así.

— Bueno, llegué temprano, y lo saqué de la cama, un día no hace mal, y sabe mis costumbres.

— Horribles, por cierto.

— Mientras ambos nos ponemos al día, puedes salir con Emma, llevarla a que despejé su mente – miré a mi chica favorita emocionarse.

— Claro.

Antes de irnos, tomé a Emma y la rodeé, colocando ese collar que vi, era sencillo, tenía una pequeña pieza de diamante, era pequeño, asiqué reforcé el collar, con eso si lo quieren arrancar no podrán.

— Feliz cumpleaños, Emma.

— Es...

— Si, uno de verdad.

— Es mucho, si lo vendo, oh cielos, Kyomi.

— Acéptalo, lo mande hacer especialmente para ti.

Nos despedimos para llevar a Mikey a recorrer las costas, era un buen día. Sabía que le gustaba este lugar.

— No creí verte de nuevo junto a los Haitani.

— Lo sé, ocurrieron un par de cosas estos dos años, lo único interesante fueron ellos.

— Cuéntame.

— Me voy a casar Mikey – su mirada lo decía todo, parecía desilusionado – si fueras mayor que yo, te hubiera hecho mi esposo desde hace mucho.

— ¿Te casarás?

— Mis padres quieren a un buen hombre para que lidere a los yakuza, y conocí a los Haitani hace un par de años, tiene nombre, y mucho poder en Roppongi, eso les llamó la atención, pero bueno, qué más da.

— ¿Con cuál te casarás?

— Con Ran.

— Creí que al menos con Rindou.

— Si, bueno, el le interesa alguien más, y Ran ha sido bueno conmigo.

— Eso es lo que importa, pero, ¿eres feliz?

— Lo bueno de esto, es que toman en cuenta los sentimientos.

— Te gusta.

— Algo así, es mutuo, pero no es suficientemente fuerte.

Fragil - Ran HaitaniWhere stories live. Discover now