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Asiqué antes de que empiece la pelea, tuve que dar una demostración, Mikey podía verme claramente, asiqué solo le sonreí.

— Es un honor tenerte aquí.

— Si, lo mismo digo, bien, ¿quieren una demostración? Se las daré, si me aburre, o me molesta, así terminará su pandilla – miré a uno de ellos, el más "frío" con las mujeres, y si que lo era, pero golpearlo un par de veces en la cabeza para luego verlo gritar un poco era suficiente – hace mucho no estiraba mis músculos.

— Eres sanguinaria, tal como dicen los rumores de ti.

— Y no has visto nada – miré a los integrantes de cada pandilla, algunos se veían temerosos, eso era lo que me gustaba.

Ver la pelea, me causaba fascinación, si, tal vez esté loca, pero, hace mucho que no peleaba, Mikey había cruzado miradas conmigo, estoy segura de que me reconoció, por la leve impresión que se dio, había cambiado, estaba más guapo que hace dos años.

Y también, igual de fuerte.

Pasaban muchas cosas aquí, sentimientos encontrados, venganza, rencor, disculpas, hasta que se terminó, debía salir de aquí antes de que la policía llegue, cuando bajamos, miré por un momento a Mikey, enserio estaba mal, y me lamentaba no haberlo visto estos años.

— Ese chico, será un dolor de cabeza.

— ¿Quién?

— El rubio chillón.

— Tiene mucha determinación, ¿vendrás a verlo?

— Lo haré, pero no ahora – baje hacia ellos, poniendo en alerta a algunos – es bueno ver que sigues bien Mikey, vendré en un tiempo más, puedes contactarme como la princesa de Roppongi, pero, vendré a verte.

— Kyomi...

— ¿Ya lo olvidaste? Yo cargaré el peso que llevas, no dejaré que te hundas, le daré mi numero a tu amigo, tu descansa – me acerqué al rubio alto, parecían ser algo cercanos – que me llamé, cuando se ponga bien.

Me alejé de ahí, mirándolo una ultima vez, sería interesante.

Me lamentaba por Baji, era alguien que me llamaba la atención, pero según observé, traicionó a Mikey, odiaba esa palabra, y había vivido bajo eso muchas veces, siempre me encargaba de los traidores, mis manos estaban manchadas, a pesar de ser menor aun, era imposible no hacerlo cuando era la legitima heredera de una yakuza.

— Oigan, tengo hambre.

— Pararemos a comer un poco.

— ¿Tú tienes hambre Rindou?

— Kyomi, comimos lo mismo que tú, es obvio que la tengo.

Sólo con ellos podía dejar salir un poco a mi yo rebelde, fuera reglas, fuera modales, al diablo la etiqueta, y hola hamburguesa que se comía con las manos sin importar a mancharme.

Sin duda me agradaba pasar tiempo con ellos.

— Kyomi.

— Dime – Ran estaba algo cerca de mi rostro, no me importaba.

— ¿Quieres salir conmigo?

— ¿No lo estamos haciendo? – y era verdad, Rindou fue a conquistar a su chica.

— Bueno, si...

— Entonces estamos saliendo.

— Eres preciosa.

— Y tú arrogante.

— Quiero decirte un cumplido, y no te dejas.

— Lo siento, es mi naturaleza – reí un poco para tomar su brazo y seguir con nuestro camino – enserio debemos hablar de lo nuestro.

— Si, pero, por el momento dejémoslo en una cita de conocernos mejor.

Ran Haitani, un idiota de primera, no lo niego, empezaba a gustarme, y eso me molestaba de cierta manera, odiaba sentir nerviosismo, mis mejillas arder, pensamientos de él, querer arreglarme más de lo normal para alguien, no, esa no era yo, pero eso lo causaba él.

Y en cierta parte, me gustaba.

— ¿Segura que no quieres que vayamos?

— No, será algo mío, un reencuentro, nada más, no se preocupen, estaré bien, y si no, traigan a cien hombres, nos vemos Ran.

— Cuídate Kyomi.

Y de nuevo, esa sensación, me gustaba ver esa preocupación de su parte, era agradable, y me gustaba.

Fragil - Ran HaitaniWhere stories live. Discover now