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❘❙❚ ISSUE #10 ░░░░ VOL. 2 ❛ EL PUEBLO ❜ ┆🌹
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Los adolescentes estuvieron refugiados entre los angostos árboles y unas pequeñas erupciones de tierra durante tres días hasta que encontraron una carretera marcada por las fuertes ruedas de tanques y automóviles militares que Rosie había visto de lejos en la base y Ben ya se había subido y conducido uno. La naturaleza comenzaba una extraña reconciliación con su joven aprendiz. Rosie estaba contenta de que hubiera acudido cuando más la necesitaba. Los protegió en cruciales momentos en dónde los militares pasaron tan solo por debajo de sus pies maldiciendo lo desfavorable que era su posición.
—Estamos en el territorio de la niña, nunca la encontraremos, puede estar metida dentro de cualquiera de estos árboles o cavando un túnel debajo de nuestros pies.
—Tenía entendido que no podía controlar los poderes —dijo uno de los soldados. Mark, le había susurrado Ben en su oído.
—Es su territorio, es inútil.
Los tres días deambulando cual ratas procuraron comportarse lo más inteligente posible uniendo sus conocimientos para salir triunfantes del marrón en el que se habían metido. La escapada había sido tan desastrosa: los soldados dispararon a sus rostros sin pensárselo dos veces, los tanques corrieron a por ellos y un grupo de soldados se subieron a los aviones. Las balas golpearon contra sus pieles apenas dañándolos, lo que más les dolió cuando el sol comenzaba a salir eran las piernas. Habían corrido tanto y sin descanso que cuando les pareció que nadie estaba cerca, cayeron al suelo de rodillas.
Al acercarse a la carretera con miedo de que los militares pasaran, los rayos del sol pegaron en el rostro de Rosie ardiendo la suciedad que llevaba. Su cabello se había vuelto duro y apestoso, con ramas y hojas enredadas. La suciedad del bosque se impregnó con el sudor y la fragancia fuerte del pasto matutino. Su vestido por fin le servía para camuflarse. Ben no estaba mucho mejor, los tres días arreglándoselas para salir fueron el desafío que esperaron. No durmieron por horas y, a pesar de que sus poderes les daban una resistencia increíble, se sentían emocionalmente cansados.
—¿Y ahora qué hacemos? —le preguntó a Ben cuando se detuvieron en la orilla de la carretera.
—Intentar llegar a un pueblo.
—¿Caminando? —llegados a ese punto, si tenían que elegir entre correr y caminar, prefería caminar por todo un día.
—No —Ben se acercó un poco más a la orilla de la carretera, procurando que no hubiera aviones o soldados salieran de la nada. Hacía un día que no sabían de ellos—. Caminaremos hasta escuchar un coche, lo detendré y nos vamos a un pueblo.
