¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
❘❙❚ ISSUE #26 ░░░░ VOL. 5 ❛ Si YO DIGO SI ❜ ┆🌹
⁘⁙💥⛠ COMPRA EL ISSUE #25 POR $1.00 AQUÍ ➔
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
El timbré de su departamento sonó, y la mujer de cabello pelirojo salió corriendo a abrirla.
—¡Hola! —Exclamó llena de felicidad al hombre que estaba al otro lado de la puerta: Steve Fort.
—Rosie —dijo con una hermosa sonrisa perfecta—. Perdón que vine un poco temprano, yo... uh, tenía muchas ganas de verte. Te traje algo —Rosie se hizo a un lado para que pudiera pasar. El hombre sostenía una bolsa de un tamaño considerable—. Permiso —dijo al ingresar.
—Entonces, este es mi nuevo hogar —Rosie se lo presentó orgullosa—. Aquí es dónde he estado viviendo los últimos meses. ¿Te gusta?
—Si, es todo muy tu estilo —dijo admirando su nuevo hogar.
La luz cálida del atardecer se filtraba a través de las cortinas de encaje, iluminando el espacio con una suavidad acogedora. Steve dio un paso adelante, sus ojos se posaron en los detalles meticulosos de la decoración.
El suelo de madera oscura, pulida y reluciente, crujía bajo sus pies mientras avanzaba lentamente por el pasillo. A cada lado, las paredes estaban adornadas con fotografías enmarcadas de antiguos compatriotas, y una fotografía de Rosie en la boda de Kit Morrison y Milly Ferrer. La sala de estar era un verdadero tributo a la naturaleza. El mobiliario de madera maciza en tonos cálidos dominaba el espacio, desde el sillón tapizado hasta la mesa de café de estilo rústico. Grandes ventanales permitían que la luz natural se deslizara sin obstáculos, revelando una vista panorámica de un parque cercano. Allí, árboles majestuosos se alzaban hacia el cielo, vistiendo el horizonte de un verde vibrante y llenando el aire con su frescura. Un sofá cubierto de suave terciopelo verde se situaba frente a una chimenea de ladrillo. Un par de sillones de mimbre adornados con cojines de estampados florales invitaban a tomar asiento y disfrutar de la tranquilidad que se respiraba en aquel espacio. La cocina, aunque modesta en tamaño, irradiaba encanto y funcionalidad. Los gabinetes de madera envejecida estaban meticulosamente tallados, exhibiendo una artesanía excepcional. Las baldosas del suelo, de un tono tierra suave, se combinaban perfectamente con la encimera de granito, que agregaba un toque de modernidad sin comprometer la esencia natural.
—Puedes dejar tu saco aquí —Rosie, muy servicial y sintiéndose una gran anfitriona. Se llevó el sacó al armario debajo de la escalera e invitó a Steve a sentarse en su sillón.
—Dejo tu regalo aquí —dijo apoyándolo en la mesa ratona—. Espero que te guste.
Rosie, sonrió con las mejillas rojas. No esperaba un detalle tan tierno a su encuentro desde que habían regresado de la guerra. Habían pasado tantas cosas; tenían mucho por hablar, aunque sentía que no quería remover cosas. Nancy y Robin se habían encargado de brindarle una oreja para escuchar sus llantos y una mano dura para hacerle entender que tenía que cambiar. Ellas vendrían el fin de semana para conocer su departamento y visitar el campus de Harvard.
