06

1.3K 156 9
                                    

 Suavemente abrió sus ojos oscuros, y lo primero que pudo observar fue el grisáceo y húmedo techo del viejo orfanato, los gritos y risas no demoraron en aturdirla, esa era una de las tantas desventajas de vivir entre cientos de infantes las veinticuatro horas.

Las paredes desteñidas por el tiempo dejaban entristecer aún más el lugar a la par que los ligeros quejidos se mesclaban entre todo el ajetreo del lugar, decaída apretó con fuerza sus mallugadas y pálidas manos, no había necesidad de mirar sus propias manos, aquella sensación era la respuesta a su actual estado, las puntas de sus dedos se habían tornado azuladas y dolían gracias al frio que tenía, las lágrimas secas yacían en su pálido rostro lleno de pecas, secas a la par que se aferraba a la diminuta cama de la desordenada habitación que compartía con quince niños que al igual que ella no tenían padres.

Aquel había sido el peor día de su vida, la vergüenza carcomía su alma y rezaba por poder retroceder el tiempo y alejar su perfilada nariz del viejo violín del orfanato, la madre María tenia razón, debieron tirarlo antes de que alguien lo tomara... pero el ego que alguna vez tuvo fue lo que la destruyo en mil y un pedazos.

Ni todas las heridas de sus manos y extremidades delgadas le dejaban en claro lo que era su lugar, una niña de nadie, una infanta sin destino.

Sus oscuros y apagados ojos no demoraron en mirar por la rota ventana que filtraba el frio de las calles a la habitación, como si de un constante recuerdo de cuan mala idea era salir del orfanato, las fisuras distorsionaban un poco la imagen, pero a pesar de eso aun podía observar a la dama que vivía frente del orfanato, ella lo tenía todo, pero no parecía saberlo, sus padres cada tarde llegaban a visitarla con algún tóper y frasco, pero la mirada de aquella joven yacía siempre en su peluda e insolente mascota, el verdadero rey de aquel departamento.

¡Que no daría por tener una vida como la de ese gato!

Ser un humano es muy problemático y lo odiaba, mientras que ese gato... solo por existir tenia un plato de comida llena, un cuenco que todos los días era llenado tres veces al día y en cada ocasión era un alimento distinto y caro, desde carne de pollo, res, croquetas, salchichas, hasta sobres de bocadillos extravagantes, alimentos que por mucho superarían el ingreso de todas sus comidas en esa vida.

Pero ni toda la comida del mundo superaría lo que aquel gato tenia con esa chica, a pesar de ser mascota y humano ambos se miraban con un amor y respeto que carcomía su alma al saber que jamás tendría algo así en esa vida y quizás en ninguna otra vida.

Un amor tan puro y gentil que se reflejaba en el delicado y confiado andar de aquel gato y con las ligeras caricias que el ofrecía a su querida dueña.

Esa era la vida que anhelaba, una vida como la de ese gato o cualquier animal, una sin preocupaciones, obligaciones ni preocupaciones, pero claro, era solo una niña e ignoraba el mundo que se ocultaba entre las extensas y desconocidas calles, no solo ella sufría de hambre, dolor o frio... El amor que tanto codiciaba, no era algo tan fácil de obtener.

Aturdida aparto la mirada de la ventana en cuanto un golpe la logro sacar de aquel trance, la madre María la miraba con desprecio.

—Muévete, Ariadna está empeorando.

Antes de que la madre terminara de pronunciar aquella oración la mujer de edad avanzada ya tenia sus manos entre los cabellos color carmín.

—Pequeña bastarda, por eso tus padres no te quisieron ni te querrán, eres una mal agradecida, te guste o no Ariadna es tu responsabilidad.

Sin opción la pequeña de cabello carmín y pecas fue arrastrada hasta la cama continua donde una niña de cinco años intentaba reposaba.

La niña de pecas suavemente retrocedió en cuando la mirada de Ariadna se cruzo con la suya, Ariadna era una niña aun mas miserable que ella, lentamente era devorada por una extraña enfermedad, poco a poco moría y de una u otra forma ella se había convertido en la tutora de aquella niña, algo que en su momento le aterro.

//Cancelada// Reencarne en Harry Potter como... un pollueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora