Capítulo 12

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El constante goteo del grifo del baño era la única cosa que Jennie podía escuchar mientras sus manos temblorosas buscaban dentro de su mochila. Era temprano. Más temprano de lo que la mayoría de la gente llegaba a la escuela. Pero Jennie tenía cosas que hacer.

Respiró hondo mientras sacaba su pequeña bolsa de maquillaje de su mochila, deslizando el cierre para abrirla y poniendo una mueca de dolor cuando movió su hombro con demasiada rapidez. Su torso palpitaba de dolor y tuvo que mantener el equilibrio contra la pared del baño. No importaba lo mucho que ella quisiera romperse y llorar, sabía que solo le causaría más dolor.

Respirando hondo, levantó su camisa sobre su cabeza y utilizó su pequeño espejo de mano para inspeccionar los moretones. Jennie colocó una pequeña cantidad de maquillaje a las marcas, suavemente tratando de encubrirlas. Esto se había convertido en una rutina matutina para ella.

A medida que sus pensamientos comenzaron a divagar, recordó la vida antes de la muerte de sus padres. Mala idea. Rápidamente se llevó la mano a la boca para detenerse de echarse a llorar. Dejó su bolsa de maquillaje y con cuidado trató de secarse los ojos para evitar que su delineador y rímel no se corriera.

La pequeña chica saltó cuando oyó el crujido familiar de la puerta del baño. Se quedó paralizada. Conteniendo el aliento, escuchó pequeños pasos entrar al baño.

Lisa tiró su mochila al suelo al lado del lavabo, tomando un paso hacia atrás y arreglando su cabello frente al espejo. Se supondría que sería una visita rápida al baño, pero se detuvo cuando escuchó un pequeño sollozo de uno de los gabinetes.

—¿Hola?

Jennie se congeló cuando oyó la voz rasposa llenando la habitación. Lisa. Por mucho que quería responder, sabía que no debía de molestarla. Contuvo el aliento y trató de permanecer lo más quieta posible.

Lisa bajó un poco la cabeza, sin reconocer de quien eran los converse blancos que se veían bajo la puerta. Quien quiera que fuera, obviamente, no quería compañía. Lisa se mordió el labio y miró a su mochila. En silencio, abrió la bolsa y buscó dentro por algunos momentos.

Jennie saltó cuando algo se deslizó bajo la puerta. Entrecerró los ojos, dándose cuenta de que era una pequeña barra de granola y un paquete de chicles. Ella se confundió.

—Sé amable contigo misma—la suave voz de Lisa llenó la habitación. Jennie sintió que su corazón caía en su pecho—Ya casi es verano.

La chica de pelo rubio se puso de pie al momento que Jennie lentamente se agachó para recoger el envoltorio. Escuchó los pasos de Lisa moverse hacia la puerta del baño. Luego la habitación quedó en silencio.

—Por cierto, quieren a todos los de último grado en el gimnasio—Lisa habló una vez más—No sé si te estás graduando hoy... pero si es así... imaginé que querrías saber—la chica de ojos mieles se aclaró la garganta—Uh, sí. Espero que te sientas mejor—balbuceó, maldiciéndose a sí misma por ser tan torpe.

Jennie no pudo evitar sonreír. La chica era tan adorable. Si tan solo hubiera sabido quien estaba dentro de la cabina. Definitivamente ella no habría sido tan agradable.

Una vez que la puerta del baño se cerró, la chica más pequeña abrió lentamente la barra de granola y le dio un mordisco mientras sacaba su toga y birrete de su mochila.

Estudió la tela azul y amarilla, dándole la vuelta en sus manos y suspirando suavemente. Hoy se graduaba. Hoy, todo cambiaba.

Blue (Jenlisa)Where stories live. Discover now