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Estaba solo en este inmundo callejón, con su ropa desaliñada y llena de tierra, las marcas de aquellos dedos ardiendo en su cuello y que sin importar cuanto fuese su deseo de borrarlas con sus propias uñas, jamás desaparecerían, jamás lograría eli...

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Estaba solo en este inmundo callejón, con su ropa desaliñada y llena de tierra, las marcas de aquellos dedos ardiendo en su cuello y que sin importar cuanto fuese su deseo de borrarlas con sus propias uñas, jamás desaparecerían, jamás lograría eliminar aquel asqueroso toque, su consciencia nunca se repararía sin importar cuanto tiempo pasase.

Seungmin era un total desastre, solo y sucio, con lágrimas amenazando en el borde de sus ojos y las cuales se negaba a soltar, porque ya no era el niño débil que solía ser, ya no se permitiría romperse tan fácilmente, no dejaría que esto siguiese afectándolo.

Ya no era ese estúpido niño con tontas ilusiones de que algún día su miserable vida mejoraría, que encontraría la libertad, que su tío se detendría y su padre mejoraría, que juntos se irían lejos y vivirían una buena vida.

Ya no se permitiría creer que alguien lo salvaría. Era solo él contra el mundo y siempre será así.

Aunque no siempre fue así y lo sabe, antes había alguien a su lado, un tímido chico con la sonrisa más dulce que había conocido. Bangchan le hizo creer tantas preciosas fantasías, le brindó un lugar seguro y un bello sueño, donde escaparían juntos de su infierno, pero luego lo abandonó, cuando más lo necesitaba no apareció, dejando que el niño se rompiese.

Quizás no toda la culpa fue de Bangchan, quizás debió escuchar su explicación al día siguiente pero el pequeño Seungmin estaba cegado por la traición y el dolor y jamás dispuesto a escuchar, ni siquiera ahora lo escucharía, tan solo seguiría desahogándose contra Bangchan, esperando que la rabia algún día se calmase, esperando que el dolor se detuviese.

Idiota, no pienses en la persona que odias, se reprimió.

—Oh, eres tú –la repentina voz lo sorprendió pero actuó con calma, sin mostrar ninguna reacción mientras alzaba la mirada.

Ahí estaba Changbin, con quien se había peleado esta mañana en la azotea del instituto. El moretón en su mejilla aún dolía, Seo si que tenía una mano fuerte, supone que es su culpa por provocarlo al burlarse de Jisung.

—Hey, ¿estás bien? –preguntó, acercándose.

Pero Seungmin jamás respondió y tan solo desvió la mirada, no estaba dispuesto a hablar, a contarle a nadie lo que sucede, todo lo que quería ahora era ahogarse en su miseria pero este idiota musculoso tuvo que aparecer y arruinar sus planes. Y Changbin en vez la situación, la forma en que sus ojos le decían "largate", todo lo que hizo fue sentarse a su lado, mirar hacia el cielo y darle un sorbo a su bebida. Olía a alcohol y sus acciones eran torpes, denotando lo borracho que se encontraba.

Que patético, ambos eran tan patéticos y quizás por eso el destino decidió unirlos.

—No tienes que hablar si no quieres, pero puedes solo llorar y maldecir tanto como gustes, no voy a juzgarte, incluso pienso unirme –tosió, aclarándose la garganta–. Maldito mundo de mierda.

Sweet Bite || JilixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora