Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 9: Bɪᴛáᴄᴏʀᴀ sᴇxᴀɢésɪᴍᴀ ᴛᴇʀᴄᴇʀᴀ

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Natasha se despertó con un dolor de cabeza terrible. Recordó de inmediato la noche anterior; todo lo que había llorado y bebido, y se arrepintió de inmediato el haberse comportado tan inconsciente. Levantó los brazos y estiró las piernas soltando un bostezo. Sus ojos estaban hinchados y se sentía un poco mareada, pero sabía que tenía cosas para hacer que no podían esperar.

Se tomó una ducha. Tuvo un largo momento en donde simplemente apoyó sus manos en la cerámica fría mientras el agua helada golpeaba con fuerza contra su espalda. Se secó con prisa y vistió ropa de viaje.

No haber cenado le había traído una sola ventaja; el doble para ingerir pero de la mano de un hambre feroz. Untó atún en el plato y lo mezcló con arvejas hasta triturar todo y dejarlo como paté.

Mientras desayunaba, decidió ponerse a pensar en lo que había sucedido ayer en su salida. ¿Un casete pegado en un ladrillo con un vídeo de ella? Todo había sido trabajado con cuidado y al detalle, caído a tiempo desde un quinto piso. No se podía hablar de una coincidencia. Sin embargo, Natasha no quería pensar en un quién lo había lanzado, le parecía tonto, evadía lo obvio por alguna extraña razón.

En cambio, decidió ser más "realista" y ver todas las posibilidades de cómo podría haber sucedido todo.

Primero, necesitaba pasar el video diario de la televisión a su cámara digital para poder portarlo en el viaje. La tomó y comenzó a grabar. La expresión de su rostro era de contención. Tragaba saliva con fuerza, se estaba viendo.

Lo hizo, al detalle. En cuanto notó el torpe agarre de la cámara y el disgusto que siempre tenía por el sol, sus ojos sonrieron antes que su boca. Barrió la mirada por su nariz delicada y perfectamente formada, por sus pómulos prominentes y su cabello oscuro, suave y sedoso, por la cicatriz de su labio y la ceja que casi había olvidado. Todo en ella parecía haber sido creado por las manos de un artista pero a Natasha le desagradaba en cierto punto porque la figura humana no le parecía la gran cosa después de haber pasar tanto tiempo viendo cosas más hermosas y complejas. El ser humano ya no era su foco de atención.

Después de un ruido extraño, el video llegó a su fin.

Se despabiló de su imagen y guardó la cámara con cuidado.

Natasha montó su bicicleta con agilidad, cubrió la mitad de su rostro con tela y se acomodó su vieja gorra. Pegó la cámara en el volante con la idea de hacer el mismo recorrido mostrado en el video, parada en el mismo lugar. Escuchó el principio que decía: "Bitácora sexagésima tercera. Día soleado y..." De repente, su semblante se frunció y detuvo de inmediato el video, todas las veces que lo reprodujo y se la había pasado por alto las primeras tres palabras del mismo. «¿Sexa qué?», se preguntó con incertidumbre. La palabra se le hacía extraña en la boca.

La tierra está vacía ©Where stories live. Discover now