El abastecimiento había colapsado, el arroz, el atún y las sardinas habían desaparecido por completo. Natasha sabía que debía partir temprano desde su hogar, al final de una calle sin salida, y recorrer la ciudad en su bicicleta en busca de un supermercado. Había consumido todo lo que pudo encontrar en un radio de tres kilómetros.
Cubrió su rostro con un fragmento de tela y sujetó firmemente su cabello en una coleta. Los rayos primaverales del sol coloreaban la flora emergente que surgía desde las profundidades del pavimento, envolviéndolo todo con enredaderas de vida.
La ciudad entera parecía narrar un suceso inaudito. Los automóviles que esquivaban en las calles yacían aplastados. Las casas y los edificios se encontraban en ruinas. Sin tener conocimientos de física ya que a veces le fallaba el sentido común, Natasha sostenía la teoría de que la destrucción no parecía haber sido causada por bombas. Todo parecía fracturado y derrumbado de arriba hacia abajo, no de adentro hacia afuera ni de afuera hacia adentro. Era extraño, sin duda, pero mientras pedaleaba, Natasha se dio cuenta de cuánto detestaba abandonar la comodidad de su hogar.
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La tierra está vacía ©
Bilim KurguNatasha es la última persona en el mundo. Una pandemia mundial logró extinguir a la raza humana por completo, exceptuando su existencia por años. Tras unos vídeodiarios que hace contando su día a día, empieza a notar ciertas fallas en lo que concier...
