Capítulo 2: Caminar sobre cristal roto

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Quackity se tomó un día para empacar lo necesario para dos meses. Estuvo a punto de empacarse la máscara que solía usar en las noches que sus amigos y él salían a tagear con aerosol las calles de su ciudad (su firma era una carita muy característica :] ), pero decidió que no valía la pena tentar la suerte en unas calles que no conocía tan bien como éstas y la guardó nuevamente en el cajón al que pertenecía. Una noche en la celda había sido suficiente incentivo para que Quackity fuera un experto evadiendo federales, pero sabía que en las impolutas calles de la ciudad de los tíos los policías patrullaban con autos y no en bicicletas.

-Además, no hay forma que pueda salir tarde con el chamaco- se recordó a si mismo.

Aprovechó la aparente falta de alcohol en la casa para dejarle a Titi a su padre por un par de horas el segundo día. Alejarse de su pueblo estaba muy bien, pero también extrañaría a algunos de sus amigos que estaba seguro no iban a salir de esa región nunca, y que seguramente tendría que abandonar una vez tuviera los suficientes recursos para huir a otra ciudad permanentemente. Las vacaciones en las que se iba a otros sitios siempre le recordaban que toda ésta vida que había armado los últimos 17 años era efímera.

-¡Big Q!- le saludó uno de ellos, los demás le sonrieron y saludaron con un choque de manos. Habían quedado para lanzarle piedras a los autos desde el puente peatonal de siempre, y aunque a su padre le gustaba llamarle "actividades de gente sin oficio ni beneficio" había recibido la mejor terapia y consejos de sus amigos cuando se concentraban en dañar propiedad del prójimo, últimamente incluso dejaban la farsa de lado y hablaban tranquilamente entre ellos mientras algunos fumaban y otros tomaban. Ese fue uno de los primeros indicadores entre su grupo de que Quackity iba a ser distinto a ellos: él no tomaba (por su padre) y odiaba el humo del tabaco.

Sus amigos parecían intuir que escurría un reloj de arena en la mente del pelinegro, que cada día permitía que la arena cayera más rápido hasta su escapada de ésta vida, y parecían apreciar aún más su compañía de ésta manera.

-Chingón el viajecito- le dijo uno cuando les comentó que no los iba a ver esas vacaciones -mándanos unas buenas fotos de los tags que hagas-.

-No puedo graffitear, voy a estar al pendiente de mi hermanastro- les avisó.

-¿Invictus?-.

-Titánicus cabrón-.

-Va perdón, ¿pero no era de tu jefa? Pensé que te ibas con la familia del Willy-.

-Se pusieron de acuerdo para chingar todas mis vacaciones- mintió, no se habían puesto de acuerdo en nada en sus vidas, pero usualmente si lograban coincidir con cagadas que le hacían la vida más miserable. Algo enojado como siempre estaba cuando pensaba en sus jefes, agarró una piedra del tamaño de una uva y se la lanzó a uno de los carros que pasaba, su pitido y el insulto por la ventanilla fueron muy satisfactorios.

-Ni es tan malo, vas a estar fresco todo el verano, ¿Si me dieran un niño chillón en éste calor? Lo mato, estaría en la cárcel el día siguiente- se rieron y Quackity fingió una sonrisa apretando los labios, agarró otra piedra, ésta vez la más grande, y la lanzó a otro carro.

Rompió el vidrio de atrás.

-Hijo de su chingada madre- rápidamente todos corrieron lejos del puente, y una vez seguros decidieron que era hora de volver a casa.
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Abrió la puerta esperando verlos en la sala, pero los ruidos indicaban que estaban en la cocina, miró la hora en su celular y se dió cuenta que ya casi era hora de cenar. Llegó a la cocina para ver a Titi sentado sobre dos enciclopedias pintando con sus colores en una hoja mientras su padre cocinaba algo.

Titánica Labor (Titi y Quacks)Where stories live. Discover now