Titánica Labor (Titi y Quacks)

Capítulo 7: Caras de la realidad

Willy se tragó sus pastillas de benzodiapezina y luego recordó que debía tomar agua para pasarlas, hubo un pequeño momento de pánico al pensar que podría ahogarse pero luego lo descartó y siguió con su rutina del día. Cuando trataba de apartar a los pensamientos intrusivos como ese no podía evitar notar que sonaban un montón como Quackity cuando le advertían de algo, y como Staxx cuando lo impulsaban a hacer algo que no debía. Suponía que la etapa de alucinaciones aún no había pasado del todo.

Resopló tan fuerte que su compañero al otro lado del taller lo volteó a ver extrañado.

La abstinencia era de todo menos agradable pero tenia que admitir que también valía la pena pasar por ella cuando recordaba sus primeros años de matrimonio. También había sido bueno para su economía, ya veía que sus cuentas le permitían ahorrar un poco de lo que solía usar para alcohol (Quackity tenía un registro impecable de las finanzas, por lo que también se dio cuenta del ahorro de no tenerlo en casa y se sintió un poco culpable al pensar en eso), además rendía más en menos tiempo y podía tomar más trabajos en el día ahora que las migrañas de la resaca no eran un problema, incluso los clientes irritantes resultaban menos idiotas y Willy se preguntaba si todo este tiempo no era él quien estaba siendo irritable.

Lo único malo es que sin la presencia del alcohol o el niño tenía que enfrentar la dura realidad de que no tenía nada para mantenerse entretenido luego del trabajo, aunque tampoco es que le quedara energía para hacer algo extenuante luego de tantas horas moviéndose de auto en auto, pero quizá el aburrimiento terminara con su racha de sobriedad más temprano que tarde, así que al llegar a casa en vez de sentarse frente al televisor comenzó a pensar en a quien podía llamar y la lista de amigos y amantes que no le inducían a tomar era más bien corta. Además de toda la lista la única persona que siempre resultaba interesante para a Willy en sus cinco sentidos era Staxx. Miró su última llamada a su ex, de hace tres semanas, aún guardada en el registro.

Antes de ser esposos, él y Staxx eran muy buenos amigos, tenían perspectivas similares y se entendían muy bien entre ellos, podían tener largas conversaciones sobre toda clase de cosas y discutir de tópicos sin descanso, cualidad que había pasado a Quackity, si sus historias sobre las clases de debate podían ser tomadas tan en serio como sus extravagantes explicaciones sobre quién era el mejor Teletubbie cuando era pequeño. Ya casi no escuchaba a su hijo hablar con tanto entusiasmo, Willy se había cargado esa confianza hace tiempo.

Con un suspiro descartó la idea, le estaba dando ansiedad nuevamente pero aún no era hora de su medicación. No había forma de hablar con Staxx ahora, no sin tener que lidiar con su última pelea sobre Titánicus.

Los únicos que le quedaba eran Rubius, Vegetta o Quackity, y de su hermano tenía algunas llamadas pérdidas que no había podido atender en su turno de la tarde, así que podía ser la mejor opción, o la peor. Sabiendo que iba a terminar mal de cualquier manera, presionó su nombre en la pantalla.
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Habían cenado en silencio por miedo a soltarle alguna pista de lo que planeaban a Quackity, pero también porque tras la conversación de esa mañana el chico actuaba como si lo fueran a patear en cualquier momento, era preocupante esa falta de confianza, pero lo único que podía hacer la pareja para recobrar su relación era demostrar que no iba a pasar nada a través de acciones, o bueno, inacciones. Cuando recibió la llamada los niños ya se habían excusado a sus habitaciones, Rubius miró a la pantalla por tanto tiempo que Vegetta tenía miedo de que se fuera a buzón, pero al final logró responder. Con la mandíbula tensa saludó a su hermano cordialmente, menos mal su Vege estaba a su lado por si comenzaba a alzar la voz.

[¿Cómo va el negocio?]

Una conversación estándar, Rubius podía hacer eso. Le comentó sobre sus altibajos y a su vez preguntó sobre su trabajo, todo muy correcto y corriente. Esto se iba a poner feo, su radar de hermano mayor se lo decía.