Promesas ≈Jenlisa Omegaverse≈

Doce

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Jennie estaba sentada en el sofá con una botella de tequila, estaba mandando audios a Lisa.

“Lili... ¿Dónde estás? Regresa por favor”

“Te amo tanto, todo tiene una explicación. Vuelve y te explicaré todo”

“Omega... Vuelve, por favor. Te extraño mucho"

“Somos predestinadas, Lili, te quiero"

Jennie limpio sus lágrimas y dejo sus teléfono a un lado. Todo era su culpa, Lisa se fue por su culpa.

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Lisa estaba escuchando los audios que le había mandado Jennie con lágrimas en los ojos.

— Lisa Unnie... Ya vamos a enterrar a su padre — aviso un beta

— Enseguida voy — limpia sus lágrimas

El beta salió de la pequeña casa y se dirigió hacia donde estaba el cuerpo del padre de aquella Omega.

Lisa tomo su teléfono para mandar un mensaje de voz

“Jennie, mi padre acaba de morir, no me molestes. Volveré dentro de una semana a la hacienda para que me expliques todo lo que tú quieras... No mandes mas mensaje ni me llames”

Envío la nota de voz y dejo su teléfono en la mesa. Limpio sus lágrimas antes de salir de la casa.

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— ¡Mami! ¿Dónde estás? — Nayeon entro a la sala y la vio ahi tirado en el sofá — Mamá, ¿Que te pasa?

— ¿Por qué le enviaste esto a mi Omega? — le avienta las fotografías a su hija

Nayeon agarra las fotos, no sabía que decir. ¿Cómo se dió cuenta su mamá?

— No te atrevas a negarlo, conozco tu caligrafía

— Lo hice para que esa omega tonta te dejara, Manoban solo te causa problema y solo busca tu dinero — habla molesta

— No quiero que te metas en mis asuntos, es mi problema si quiero que Lisa se quede conmigo o no. — Dijo levantándose del suelo

— ¿Por qué dejaste a mamá por esa Omega? — cuestiona

— Es mi predestinada

— ¿Y? ¿Qué importa si es tu predestinada o no?

— Los predestinados siempre terminan juntos, Nayeon — responde mirando a su hija

— Eso es mentira, los predestinados no terminan siempre juntos. Un claro ejemplo es Rosé, ella rechazó a su predestinado por la dueña de la cantina — tapó su boca cuándo se dió cuenta de lo que dijo

— ¿Qué Rosé qué? — mira seriamente a su hija

— Ella... Rechazó a su predestinado — habla bajito

— Lárgate de aquí y dile a la tonta de tu hermana que la quiero mañana aquí a las siete, sin excusas. No importa que a esa hora tenga que dar sus estúpidas clases

Nayeon asintió levemente y salió de ahí corriendo. Golpeó su cabeza con delicadeza

— Dios... ¿Qué hice? Ahora Rosé está en problemas

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Rosé entro a la oficina de su madre, tenía una expresión relajada. Tarde o temprano este momento llegaría.

— Madre

— ¿Es cierto que rechazaste a tu predestinado por la cantinera del pueblo? — cuestiona sin mirar a su hija

— Su nombre es Kim Jisoo y sí, rechace a mi predestinado — respondió

— Eres una idiota, ¿Si quiera conociste a tu pareja predestinada como para rechazarlo?

— Sí, la estuve conociendo por dos meses y en esos dos meses me demostró ser una porquería de persona. Así como tú tratas a Lisa, él me trataba.

— No quiero que estés con Kim, debes estar con tu predestinado — dijo molesta

— ¿Para qué? ¿Para estar sufriendo como Lisa? ¿Para que me golpeé? — cuestiona incrédula

— Es tu predestinado... debes estar con él sin importar lo que pase

— Ya veo porque es tu amigo ese alfa idiota, comparten las mismas ideas

— ¿Amigo? ¿Tu predestinado es un socio mío?

— Es Eun Woo

— Deja a Jisoo y se feliz con Eun Woo

— No. No dejaré a Jisoo por una basura como Eun — se cruza de brazos

— Entonces vete de mi casa — amenaza

— ¿Me estás corriendo?

— Si no dejas a Jisoo no quiero que vuelvas a pisar mi casa, no te voy a dar nada de mi herencia y olvídate de que tienes madre

Rosé soltó una risita antes de contestarle

— Bien, me voy a ir de tu casa. No me importa tu herencia y sobre lo último... No será difícil olvidarme de tí, dese que nació nayeon tanto tú cómo mi madre me dejaron de lado, nunca les importe. Para ustedes dos solo existía nayeon. — limpio las lágrimas de sus mejillas — Me retiro... Señora Kim

Rosé salió de la oficina de Jennie, se sentía triste pero al menos ya no tendría que ocultar su relación.

— Ojalá Lisa te deje... Ella no merece sufrir — murmuró saliendo de la hacienda

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