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No te preocupes cariño

Estaba odiando cada segundo de esto, sintiéndome sumamente arrepentida por haber bebido la noche anterior cuando sabía perfectamente que debía estar a las diez de la mañana en clase

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Estaba odiando cada segundo de esto, sintiéndome sumamente arrepentida por haber bebido la noche anterior cuando sabía perfectamente que debía estar a las diez de la mañana en clase.

Recargo mi cabeza contra la ventana esperando a que todos lleguen, el salón está vacío porque por increíble que parezca, he llegado temprano, aunque me tomó demasiado tiempo levantarme de la cama, darme un baño y arrastrarme hasta aquí. Estoy pensando seriamente que si no entra alguien por esa puerta en los próximos cinco segundos seguramente mis ojos se terminarán de cerrar.

Anoche Max me dejó en casa, sé que estaba molesto porque apenas habló y respondió cortamente lo que le preguntaba. Aun así, me dejo sana y salva, supongo que se dio cuenta de que necesitaba un aventó y averiguo donde estaba. Siempre lo hace.

Esta mañana mi teléfono estaba repleto de mensajes que respondí con los ojos entrecerrados porque la luz me molestaba. Tuve que salir con lentes de sol de casa para poder llegar aquí, no quería quitármelos ni siquiera dentro de la sala, pero tenía que hacerlo ya que los profesores tenían la regla de: nada de lentes de sol ni gorras. Solté mi cabello aun húmedo pasando mis dedos por este, masajeando mi cráneo queriendo aminorar el dolor y las constantes pulsaciones que parecen no querer cesar, no extrañé nada de esto.

La puerta se abre creando un sonido demasiado fuerte para mí en estos momentos, la hipersensibilidad de mis sentidos me estaba matando. Escucho unos pasos, me cuesta enfocar, pero creo ver quién entra. Ben.

El rubio sonríe al verme y yo intento regresarle el gesto, un poco avergonzada por lo que casi sucede anoche. Viene hacia mi como si nada, ha cambiado sus suéteres por camisas a rayas, supongo que deben ser más frescas ahora que el calor es cada vez más intenso y aunque corre un poco de aire, hay días que no se está soportando.

Ben ocupa el lugar a mi lado, se queda un segundo observándome, sé que no es mi mejor cara y las ojeras deben ser más que evidentes, solo me pregunto porque él se ve bien si estuvimos en la misma fiesta.

Tal vez porque el no llegó a las 4 de la mañana a su casa.

—Me veo horrible, lo sé —murmuro y sonríe levemente.

—¿Resaca?

Asiento haciendo una mueca, me zumban los oídos.

—Estoy odiándolo —digo y siento que hasta hablar me está costando un trabajo inmenso.

Que yo recuerde la resaca con cerveza no es así, aunque empiezo a creer que es peor que con el tequila.

—¿Te divertiste ayer? —dice pasándose una mano por su cabello despeinándolo.

—¿Tu qué crees? —señalo mi rostro, algo seria y desganada— solo que no veía venir esto, me siento y me veo terrible.

Escucho como todos empiezan a llegar, hay un poco más de ruido que empieza a ser desagradable y me detengo a verlos antes de regresar mi vista al rubio.

No me digas que me quieres [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora