No me digas que me quieres [2]

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Déjate llevar

Hay veces en las que no esperas nada y simplemente suceden cosas que no creías posible porque muy en el fondo sabes que el porcentaje de que ocurrieran es mínimo.

Supongo que los días tranquilos y aburridos requieren en ocasiones un poco de intensidad para que sean más interesantes. Hoy, por ejemplo, como toda la semana, me encuentro en el teatro queriendo que el tiempo trascurra un poco más rápido ya que no hay mucho que hacer. Aún faltan unos meses para que empiece la temporada de presentaciones, los ensayos apenas inician y normalmente pasamos tiempo en la bodega o en otro lado donde no estorbemos a los actores. Los exámenes han terminado finalmente y últimamente solo quería llegar a casa para descansar y dormir.

Estoy perdiendo el tiempo en mi teléfono, aun me faltan un par de minutos para que me pueda ir, he terminado con mi parte desde hace un rato y me la he pasado viendo instagram por no sé cuánto tiempo ya que parece lo único que puedo hacer. Veo una foto de un famoso recién salido del gimnasio me embobo un poco hasta que recibo una notificación y veo que es un número que no tengo registrado.

x: ¿Callie?

x: ¿Puedes hablar?

x: Soy Eros.

Me enderezo en la silla y por un momento me cuestiono si realmente es el, pero no le doy mucho peso a ese pensamiento ya que enseguida estoy respondiendo y lo envió al instante. Me tomo el tiempo para guardar su contacto.

Callie: Hola Eros, ¿quieres que te llame?

Eros: Si puedes.

Me levanto enseguida para irme más dentro de la bodega, yendo al almacén del vestuario, me aseguro que no esté nadie dentro y miro el número sonriendo levemente, cuando le di mi número no quería presionarlo, pero esperaba que pudiese confiar en mí.

Marco el número recargándome en una de las paredes libres con un rag lleno de vestidos pomposos a un lado mío. Suena dos veces antes de que responda.

—Hola Eros —me atrevo a hablar primero, saludándole.

—Callie, ¿estás en el campus?

—Si, en el teatro, pero no estoy haciendo nada realmente —comento.

—Yo... eh... bueno quería tomarte la palabra, respecto a lo que dijiste.

—Soy toda oídos.

Escucho un suspiro del otro lado antes de que comience a hablar.

—Mis padres se enteraron que me suspendieron, no lo tomaron nada bien.

La angustia en sus palabras me resultaba familiar, mi mente trae de mis recuerdos la vez que estuve con ellos cuatro, como su padre de alguna forma exigía algo más para Ares, como si no lo conociera en absoluto. Ese día perdí los estribos y lo enfrenté porque todo eso que estaba diciendo era una enorme mentira, se lo hice saber y fue una pequeña discusión, luego todo cambió, pero supongo que al ser Eros el hijo que les queda con ellos hizo que sacaran algo de eso de nuevo.