Es 1971 en Port Camelbury, y Vita y Clifford, una bruja y un detective, habrán de sucumbir por separado a las corrupciones de sus figuras guía en pos de promover la armonía entre la comunidad oscura y la mundana del pueblo.
Habiendo heredado el títu...
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ADVERTENCIA: El símbolo (!) indica el inicio de una escena explícitamente violenta. Se recomienda leerla con la canción adjunta en el apartado multimedia de fondo hasta el final. El símbolo (-) indica el final de la escena.
❝«Yo» representa lo que pudiéramos llamar la razón o la reflexión, opuestamente al «Ello», que contiene las pasiones❞
(Sigmund Freud, El Yo y el Ello; 1923)
———PARA OTOÑO DE 1971, A SUS VEINTICINCO años de vida, Vita Berrycloth había cometido nueve suicidios.
Allí, en Port Camelbury: el pueblo al que sólo los turistas osaban llamar ciudad y donde la única calidez era suministrada por los colores de octubre. Bajo el sol se cernía la fosca, y, en el transcurso de las cuatro estaciones, eran excepcionales las ocasiones en las que la temperatura rebasaba los veintipocos grados, como la maldición de un otoño perpetuo que jugaba a las atrapadas con el invierno en un patio de hieles.
La algidez proliferaba en el musgo, Elvis Sings The Wonderful World of Christmas había sido lanzado hacía menos de dos semanas, y la lluvia martillaba las tejas mientras la tórrida flora se esforzaba por recuperar el tono verdoso. Era un hecho que los chubascos crepusculares no prometían una tregua promisoria, pero la última bruja de Sol Duc estaba acostumbrada al húmedo clima. Y como pudo, se había adaptado también a la rutina de horror que le fue impuesta en medio de la cotidianidad. Algo de gozo había encontrado, pues, en el cinismo divino de condimentar un corazón humano tarareando las canciones que emergían de su más reciente posesión musical. No obstante, en un momento de semejantes índoles posteriores a la consumación del último sacrificio, se postró de hastío en el sofá bajo el techo centelleante imaginando que el mismísimo Elvis la saludaba desde la estantería, y de pronto se descubrió a sí misma inmersa en el recuerdo de la noche que durmió en la calle Lince para comprar el vinilo, tal y como venía haciendo con cada estreno que le removía el interés y la incentivaba a hacer justicia a su lado más mundano.
Del Libro de las Sombras de Vita Berrycloth; sección «Recetario: Maneras de cocinar un corazón»; Nº 9: Aderezado con nuez al horno:
