𝐕: 𝐎𝐓𝐎𝐑𝐆𝐀𝐑Á𝐒 𝐀 𝐌Í 𝐓𝐔 𝐕𝐎𝐋𝐔𝐍𝐓𝐀𝐃

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04 de noviembre, 1971

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04 de noviembre, 1971

Port Camelbury, Connecticut

———LA CONSCIENCIA DE ROY GARCÍA ERA UN MATORRAL; un cúmulo de cucarachas que le brotaban de las divisiones del cerebro y lo atormentaban con bisbiseos concupiscentes entre los que tardó en identificar un patrón; un nombre que se repetía en bucle y en distorsiones tan ambiguas que sonaba como una lengua muerta: Clifford Cox.

—Oí que Cox estaba considerando retirarse del caso de Salt Creek —decía Kim, dejando en el escritorio de Roy una pila de informes—. ¿Está todo bien entre ustedes?

—¿Que Clifford qué?

—Bueno, no son más que rumores.

—¿Y qué más dicen los rumores?

Kim miró a Roy con unos ojos traviesos, y sonrió al decir:

—Qué chismoso, detective.

Roy farfulló algo que la mujer no atinó a comprender. A los pocos segundos, él le murmuró un «gracias», dándole luz verde para retirarse de la oficina.

Clifford comenzó a hacerle falta en el momento en que tuvo que ir por cuenta propia a servirse la primera taza de café del día mientras que éste, desde su espacio, atisbaba periódicos que encontró en la biblioteca por casos criminales durante los pasados años en una búsqueda de motivos para convencerse a sí mismo de que lo que presenció no fue más que un episodio de paranoia; alucinaciones, un efecto del pánico ante lo sensible que se había vuelto al no ejercer durante al menos cinco años. Se dedicó a poner la mente en dar con cualquier posible sospechoso, humano o animal. Se olvidaría de cualquier otra especie.

Pero por más que leyera, no encontraba información relevante para el caso de Salt Creek. Port Camelbury parecía tan aburrido para mortales como él que casos como aquel se daban con la misma frecuencia que los días soleados, dejando por fuera, por supuesto, lo acontecido con Vincent Bailey-Reed. Y para decir verdad, Clifford no lograba vincular aquello con los hallazgos actuales.

Descartó, como mínimo, treinta periódicos hasta llegar a la primera plana del veintiséis de diciembre de 1967, siendo la única capaz de provocar que la piel se le pusiera de gallina:

«Hijo de detective en Port Camelbury, Connecticut desaparecido desde los tres años de edad en 1957, es declarado legalmente muerto»

A decir verdad, no se lo esperaba. Desde su reintegro, el tema de Kenny en la comisaría era el elefante en la habitación, y el mismo Clifford había bloqueado de su mente cualquier pensamiento concerniente al niño al punto de quitar su fotografía del escritorio. Si verlo era sufrir, pensarlo era una puñalada en la garganta, así que descartó el periódico sin desdoblarlo para evitar desplegar la fotografía bajo el titular, y pasó a una edición del del veinte de diciembre del mismo año:

Rebel VitaWhere stories live. Discover now