𝐈𝐈: 𝐍𝐎 𝐔𝐒𝐀𝐑Á𝐒 𝐓𝐔𝐒 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃𝐄𝐒 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐀𝐒 𝐄𝐍 𝐌𝐈 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀

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01 de noviembre, 1971

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01 de noviembre, 1971

Port Camelbury, Connecticut

———A UN CUARTO PARA LAS DIEZ DE LA NOCHE, la residencia Berrycloth se veía envuelta por un aura vesperal. Vita había acomodado a Ulric en la otra habitación del segundo piso, del lado paralelo a la suya a través de las escaleras, antes de dirigirlo al baño donde éste hubo de desinfectar y eliminar cualquier rastro de sangre en sus uñas con éxito. La madera de las paredes del pasillo expedía un aroma a frutos secos, que le activó la memoria al olfato haciéndole recordar las nueces y mandarinas que se importaban de la América Latina; pero a medida que avanzaba desde el baño hasta el aposento, cedió al instinto de girarse hacia la misma en reiteradas ocasiones, pues juraba escuchar murmullos instigadores emergiendo de las fisuras... No obstante, no era eso en cuestión lo que le suscitaba la sensación de una peculiaridad punzante que le respiraba en la nuca.

Ulric no se sentía solo.

Se encerró en la alcoba, sabiendo a la casa un juego mental, y se dejó caer sentado sobre las frazadas luego de liberar los broches de los tiradores que le mantenían los pantalones en su lugar. Suspiró, extenuado, pero cuando estuvo a punto de sucumbir a las comodidades de la desnudez, un patrón de tres toques rítmicos en la puerta le hizo apañarse, al que le acompañó la voz de Vita preguntando si le apetecía cenar.

Le requirió entonces una fuerza titánica la labor de ponerse de pie y dar el primer paso, pero de cualquier modo lo hizo estrujándose ambos ojos con la mano derecha en un intento por prolongar la vigilia.

—No, Madame; gracias —dijo, alzando la voz, hasta que abrió la puerta y encaró una belleza de ultratumba que se lamentó de no haber escrutado antes, de modo que tardó varios segundos en resolver una excusa que lo eximiera de una noche entera de espera con tal de volver a ser bendito con aquel prodigio de la feminidad. Por primera vez desde algún día lejano de la infancia, Ulric Bissett tartamudeó:—. Sólo... Sólo desearía una infusión de hibisco caliente si lo dispone, por favor.

La bruja, con los modos de quien recibe un buen augurio del porvenir, se maravilló con la impresión de que el semblante calmo y con aires de hogar de Ulric lo hacía ver no sólo como si estuviera en su propia casa, sino como si fuera parte de la misma.

—No es para menos —dijo—, pero insisto en prepararle de cenar.

—Estaré más que agradecido con lo que usted tenga para ofrecerme, siempre y cuando no contenga especias. Soy gravemente alérgico a la mayoría.

Sin más, ella sonrió, y Ulric persiguió con la mirada el bamboleo de su melena hasta que desapareció por las escaleras, y, habiendo regresado al borde de la cama, fue empujado por una energía que le erizaba los vellos al escudriñamiento de cada rincón del cuarto, hasta que halló tallado en el respaldo de la cama una triqueta, sabiéndola una runa representativa de la feminidad del universo, además de un bien conocido símbolo de protección para brujas constatado por un nudo que entrelaza tres óvalos puntiagudos; tres extremos, con múltiples connotaciones: Doncella, mujer/madre, anciana; niveles mental, físico, espiritual; vivir, morir, renacer.

Rebel VitaWhere stories live. Discover now