Es 1971 en Port Camelbury, y Vita y Clifford, una bruja y un detective, habrán de sucumbir por separado a las corrupciones de sus figuras guía en pos de promover la armonía entre la comunidad oscura y la mundana del pueblo.
Habiendo heredado el títu...
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03 de noviembre, 1971
Port Camelbury, Connecticut
———VITA NO ERA, QUE SE DIGA, UNA BRUJA POR elección, ni mucho menos la única en el condado, pero sí en Port Camelbury, de modo que a ningún otro ser oscuro se le complicaba tanto el vivir una cotidianidad común como a la última bruja de Sol Duc.
No había ni cómo señalarla culpable por haber nacido con dones oscuros. Aquel no era siquiera el destino que su madre quería para ella tras la cacería de brujas que se montó en la época y que motivó a Vita a negarse la asistencia en la Academia Holl para Brujas en Formación, una decisión que Vera Berrycloth no vaciló en amparar; el germen del hecho de que a sus veinticuatro años, los conocimientos mágicos de Vita se limitaban a pócimas y hechizos en su mayoría benignos, hasta que Ello la convirtió en algo más que su aprendiz: su devota esclava sanguinaria.
Acreditar las victorias persuasivas de Vita únicamente a sus habilidades oscuras, no obstante, significaría también restarle mérito al encanto natural que de por sí arraigaba su mirada chispeante, aunque de párpados caídos, aunadas a una tez tan palideciente que a veces se podía mirar los pensamientos frente al espejo como una impresión del periódico entreverándose con el tinte de sus venas; y este porte era de ámbitos tan extravagantes que rozaba lo enfermo que la tenía esclavizada a artilugios de modificación estética, desde medios tan macabros como hechizos de coloración hasta los más vanos materiales compactos de la farmacia local.
Extracto de una carta de Vera Berrycloth para Vita Berrycloth, el día 11 de octubre de 1961:
... Nuestro primer destino yace en las Catacumbas de Sol Duc; una misión encomendada por el Superior que, más allá de nuestras habilidades oscuras, conlleva un sinnúmero de sacrificios. Una purga se acerca a Port Camelbury a manos nuestras. Si los planes no resultan como es esperado, el precio del fallo es fatal; pero si resulta exitoso, seremos malditas con dones no sólo intensificados, sino también diversificados y garantías de puestos transcendentales en la jerarquía, lo cual, por mucho, nos beneficia a ambas como familia.
Sin embargo, el motivo de mi carta no gira entorno a los pronósticos de mi propósito en su totalidad. Te hago llegar este murciélago, primordialmente, para hacerte saber que ha sido posible consumar una venta promisoria para tu honor y protección: un ser maligno a cuya imagen y principios habrás de guardar una honra inviolable, ya que nada menos se le podría deber a un vástago del arcángel todopoderoso que obra en pos de la voluntad de su padre.
Espéralo en el bosque. Búscalo en los animales silvestres de cuyos cuerpos se apoderará para llegar a ti en todo momento, e identifícalo por sus primorosos ojos dorados. Ello es como se hace llamar, y te ha elegido para ser su acompañante y aprendiz, del mismo modo que yo he decidido aprovecharlo para mantenerte a salvo.
