¿Que se sentirá estar casado con el amor de tu vida y tener una vida encantadora para luego despertar un día y darte cuenta que nada era real? Pues Jimin creyó que se casaría con el amor de su vida Jung Hoseok, ¿Pero como terminó casado con un tal...
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En algún momento de la madrugada abrió los ojos al sentir unas suaves manos rodearlo por la cintura y un cuerpo pegarse más a él por la espalda.
Su mente no supo descifrar el por qué su corazón latía rápido, temía hacer un movimiento brusco y despertar a Jimin quien se había abrazado a él y reposaba su cabeza cerca de su hombro. Suspiró un poco, ojalá toda la situación no se saliera de control, el no quería dañar a Jimin y se arrepentía de haber hecho caso a Hoseok pero ya estaba, Jimin era su esposo.
Sonrió con algo de ironía ya que luego de lo que vivió con Eunji se prometió jamás volver a casarse. Nadie era digno de casarse con él, no había ser sobre la tierra para hacerlo. Enfrió su corazón hasta convertirlo en hielo puro y miraba a sus parejas solamente como uso rutinario y pasajero. No solía demostrar cariño a nadie, nadie se lo merecía porque al final todos eran falsos y mentirosos incluso él ahora lo era. Jugando al matrimonio con un chico que parecía ser un alma tan inofensiva, pero él no se dejaba engañar, algo debía tener Jimin que no lo hacía tan perfecto e inocente como aparentaba, aunque tardara en hacerlo pero él lo descubriría porque no confiaba ni en su propia sombra.
O al menos eso le hacía creer su mente, porque por él fuera ya había caído bajo el encanto natural del ser dormido a su lado, porque no parecía representar peligro alguno, se veía tan inofensivo, pacífico e inocente, gentil y amable, como un ángel de luz.
Por esa razón sentía peso cuando recordaba en qué juego lo habían metido.
Quiso moverse de esa posición en la que estaba pero las manitas de Jimin lo tenían fuertemente apretado que no podría sin despertarlo porque aún no quería enfrentarse a su "esposo" y darle excusas del por qué no habían consumado el acto carnal como se suponía debía pasar luego de convertirse en esposos.
Mejor se acomodó de nuevo dejándose embriagar por el sueño y volvió a dormirse.
Cuando volvió a abrir los ojos ya era de día, el sol alumbraba por la ventana y se podía escuchar a las gaviotas cantar allá en la playa.
Sintió un vacío a su lado y al volverse para ver, no estaba Jimin por ningún lado así que se levantó con pereza, en el baño tampoco estaba, salió y bajó a la primera planta y un exquisito aroma le invadió las fosas nasales recordandole que no había comido nada desde ayer en la mañana.
—Hoseok no me dijo que habría personal de cocina... —Susurró siguiendo el aroma de la comida.
El único personal que habría según él sería el guardia que cuidaba la casa, y la ama de llaves que llegaría cada mañana a limpiar y luego se iría y también un jardinero, pero no le dijo que habría cocinera aunque ahora le importaba menos, a juzgar por el olor cocinaba rico. Jimin y él al menos comerían bien.
Pasó la sala de estar y llegó a la cocina pero se quedó parado ahí sin querer entrar, ya que no había ninguna cocinera más bien era Jimin quien se movía de allá para acá cortando cosas y moviendo en los sartenes la comida mientras tarareaba dulcemente una canción, y ¡Por las chanclas de Moisés! ¿Traía puesta solo una camisa blanca de mangas largas?