Capítulo 12. La verdad

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Me veo obligado a matar a los cazadores

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Me veo obligado a matar a los cazadores. ___ y mis hijos dependen de mí. Debo volver a aquello que me fue otorgado. Un demonio en búsqueda de un rival digno. Los olores entre los demonios y los humanos se mezclaban; una batalla feroz sombría esta fortaleza.

Sangre. Tripas.

Un gruñido salió de mis entrañas recordando esos momentos disfrutando de la carne fresca. Akaza, debes hacerlo por el bien de tu familia. No dejes que Muzan te los arrebate. No lo permitiré.

De repente, unos olores bastante conocidos para mi gusto se encontraban a mi izquierda. Era ese mocoso llamado Kamado Tanjiro acompañado por Rengoku Kyojuro y el otro chico amargado, Giyu Tomioka. Ellos me perdonaron la vida. ___ no estaría de acuerdo en atacar a nuestros amigos. ¿Amigos? ¡Yo no tengo esa clase! Con toda la rabia del mundo golpeé con fuerza la pared destruyéndose a mi paso. Los humanos se asombraron al verme, pero Kyojuro esbozó una gran sonrisa.

—¡Akaza! ¡Me alegra verte! ¿Dónde está ___ y tus hijos?

No respondí. Simplemente mis ojos se posaron en él. En un principio quise matarlo y no lo hice por tener información acerca de ___. Ella es mi Omega y de nadie más.

—R-Rengoku-san, hay algo en su olor que no me gusta nada —habló el joven cazador—. Hay rabia y confusión.

—Oh, ¿eso piensas de mí? —cuestioné—. Tu olfato es bastante desarrollado. ¿Y sabes el motivo de eso?

Tanjiro negó. Me lo imaginé.

—Siento decir esto, pero debo mataros.

—¡¿Eh?! ¡¿Por qué?!

No iba a dar explicaciones ante mi decisión. De un movimiento rápido me abalancé sobre él más débil, pero tanto el Hashira del Fuego como del Agua me detuvieron con ambas espadas. Idiotas. No tengo que perder el tiempo. Activé mi habilidad demoníaca para empujarlos con fuerza. No iba a defraudar aquello que amo tanto.

Kyojuro no dudó en atacarme, pero con un rostro confuso intentando comprender la situación. Ellos no me ayudarían con este problema. Debo acatar la orden de Muzan y salvar a mi familia. Esquivé con gracilidad el ataque de Tomioka. Los tres cazadores estaban sorprendidos. No deben despistarse contra un demonio como yo que lleva muchos siglos matando a cazadores, incluyendo Hashiras. Mucho tiempo sin enfrentarme a uno del agua.

—¡Akaza! ¡Detente! —gritó el mocoso.

—¡Nadie me obliga! —exclamé con furia—. ¡Yo debo hacerlo por el bien de mi familia!

—¡¿Qué te prometió, Muzan?! ¡Sabes qué podemos ayudarte! ¡No vamos a permitir que haga daño a…!

—¡Nadie puede ayudarme! ¡Nadie!

La ira me estaba consumiendo a cada momento. No puedo detenerme por una estupidez. Estaba peleando con todas mis fuerzas sabiendo que tengo un objetivo en concreto. Un gruñido salió de mis entrañas y exploté, liberando una gran energía causando que los cazadores volaran en direcciones contrarias. 

Eres mía, humana (Akaza X Reader)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu