autumn, coffee & you

92 18 21
                                    

A mediados de octubre se iba notando el frío, las hojas caídas tapaban las aceras y los árboles con las ramas al descubierto parecían tiritar tanto como Raoul.

Abrigado hasta arriba con un gorro de lana blanco a juego con sus guantes, portaba un abrigo marrón que le llegaba hasta las rodillas por encima de su jersey favorito y unos vaqueros básicos, complementándolo con unas botas negras. Iba de camino a su cafetería favorita, que a esas alturas ya estaría decorada con adornos de Halloween, para tomar su café favorito al tiempo que se relajaba leyendo el libro que portaba en su bandolera y a su vez miraba por la cristalera del local como el invierno iba acechando.

Y no iba a mentir, también miraría a su camarero favorito.

Siguió caminando un rato, hasta que a lo lejos logró vislumbrar el local y al acercarse un poco más, observó dentro de la barra a Agoney, un chico de rizos oscuros y piel morena que parecía no tener frío nunca, pues hasta en pleno diciembre Raoul lo ha visto en manga corta trabajando.

En cuanto el semáforo se puso en verde, el rubio cruzó la calle y en un instante estaba dentro del local, embriagándose del olor a café y el calor de dentro, sacándose los guantes y el gorro.

-Hola, rubito- lo saludó el moreno.

-Hola, Ago- dijo acercándose a la barra- ¿Me pones lo de siempre, porfa?

-En un momento te lo llevo a la mesa- sonrió.

-Gracias.

En cuanto el moreno se giró a preparar su capuchino Raoul se dirigió a su mesa preferida dentro del local donde podía observar todo lo que acontecía fuera y donde el sol siempre guardaba un rayito de luz para él y su lectura.

En ese instante en el reproductor de vinilos que conservaban en el local estaba sonando 25 de Adele, álbum perfecto para la época del año en la que se encontraban.

Sacó su nuevo libro y lo dejó encima de la mesa, mientras dejaba sus prendas de abrigo en el respaldo de la silla que tenía al lado.

-Aquí tienes el café y un pequeño pastelito de parte de la casa- pronunció Agoney mientras dejaba los alimentos encima de la mesa.

-¡Oh! Gracias, no hacía falta.- sonrió- Tenéis súper bonita la cafetería este año.- En esta había pequeñas calabazas por todos lados, así como algún fantasma y hojas secas decorando las mesas e incluso el suelo del local. También contaban con un montón de lucecitas amarillas por todo el techo, de las que colgaban algunas arañas, que hacían de la misma un lugar aún más cálido.

-¿Aún no la habías visto?- Raoul negó- Pues sí, ya sabes lo que nos gusta a nosotros un buen Halloween.- rió tímido.- Oye, más tarde podemos ir a ver cómo han adornado la plazoleta este año, si te apetece. Hoy acabo pronto el turno.

-Sí, me encantaría.- y su sonrisa volvió a aparecer, si es que alguna vez se había ido.

-Genial, pues te dejo tranquilo ya. Cualquier cosa ya sabes donde estoy.

-Está bien, gracias.- rió Raoul.

Y así lo cumplieron. Mientras el moreno seguía en su turno de trabajo, Raoul disfrutó de su café y su libro. Entretanto los minutos pasaron y cuando se dio cuenta Agoney lo esperaba al lado de su mesa, listo para irse.

En cuanto el más bajo acabó de prepararse para el frío que los esperaba fuera, salieron del local y se dirigieron a la plaza del pueblo.

Casi anochecía y la luz dorada del atardecer calentaba los cuerpos que iban en su dirección. Raoul y Agoney llegaron a su destino y descubrieron, como diría Raoul, cientos de calabazas de diferentes formas decorando la plaza, aunque para Agoney solo eran unas treinta. Además de muchas hojas secas, fantasmas, brujas, gatos negros, luces y velas por doquier.

-Wow, este año se han superado.- decía un emocionado y sonriente Raoul.

-No es para tanto.

-¡Qué dices, si está genial, Ago!- dijo girándose cara el moreno, descubriendo que este lo observaba con una sonrisa en sus labios.

-Tú sí que estás genial.

-Calla, no digas tonterías.- se sonrojó el rubio.

-Creo que es lo más cuerdo que he dicho nunca.- y agarró la mano contraria, sintiendo la suave lana contra la palma de su mano.- Creo que quiero besarte.

-Hazlo.

Y no dudó un segundo en hacerlo. Sus labios conectaron como si de una pieza de puzzle se tratara. Ambos anhelaban ese contacto físico y en sus estómagos las mariposas se hicieron presentes. Por fin habían dado ese paso y qué bonito que haya sido en ese preciso momento. Además, ¡era Halloween!


**************************************************

¡Aquí estamos!

Me hacen mucha ilusión estas publicaciones, así que espero hacerlo súper bien para que os gusten un montonazo y disfrutéis leyendo.

Nos leemos mañana, lectoras.💖

ragoney headcanons✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora