how I like halloween!

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Otro tedioso día en la universidad, además ayer había salido de fiesta, jueves universitario y todo eso. Había dormido unas dos horas, eran las nueve de la mañana y tenía clase interactiva, de esas a las que no se puede faltar según decían. Lenguaje audiovisual. Genial, a ejercitar la mente analizando películas hasta que le reviente del dolor de cabeza.

Obviamente era ironía.

Sin embargo, no todo era malo, estaban a nada de Halloween y a él le encantaba Halloween.

Esta vez el profesor formaría parejas de trabajo. Simplemente esperaba que le tocara con uno de sus cuatro amigos con los que compartía su vida universitaria.

Pero no todo estaba a favor del rubio ese día, y le había tocado con un desconocido. Literalmente, no lo había visto en su mísera vida.

-Bueno, a partir de ahora tenéis una hora y cuarenta y cinco minutos para trabajar, contará para nota.

-Genial- había mascullado su compañero por lo bajo.

-¿Cómo te llamas? Creo que nunca hemos coincidido- preguntó.

-Agoney. ¿Tú eres Raoul no?

-Em, sí.

Era raro que se supiera su nombre, él no se sabía el suyo. No recordaba haber hablado con él jamás.

Pasado ese momento los chicos comenzaron su trabajo. A ambos les gustaba esa asignatura y acabaron antes de la hora, con lo que consiguieron salir del aula antes e irse a la cafetería a por un café bien calentito, pues el frío a finales de octubre iba entrando con ganas.

Los dos se sentaron juntos en una mesa a pesar de no haber entablado mucha más conversación que no fuera sobre el análisis durante la clase.

-¿No eres de aquí no?- preguntó Raoul.

-De Tenerife.

-Me lo parecía por el acento- bajó la cabeza y bebió un poco de café- Nunca he estado allí.

-Pues ya tienes próximo destino planeado. Tienes que visitar Tenerife. Es sin duda el lugar más bonito del planeta.

-Apuntado me queda- rió.

La verdad es que le estaba cayendo genial ese chico, le gustaría quedar con él más veces. Parecía una persona amable y atenta.

-Oye, y qué vas a hacer en Halloween.

-Pues quedarme en casa supongo.

-¿Cómo?- se sorprendió el rubio- No puedes hacer eso.

Agoney rió.

-¿Que me lo vas a prohibir?

-No, pero te invitaré a salir- le había salido súper poético en verdad, pero en cuanto su boca acabó de pronunciar esa frase, su cerebro se arrepintió al momento.

-Em, no soy yo muy fiestero. Siento decepcionarte- río nerviosamente el canario.

-No te preocupes por eso, te lo pasarás genial conmigo- intentó arreglarlo el rubio.

-No sé yo- sonaba indeciso, pues la pequeña sonrisa en el rostro delataba las ganas que tenía de pasar tiempo con aquel muchacho de ojos miel.

-Tú ponte un disfraz y yo me encargo del resto.

Y así lo cumplieron, el 31 por la noche Raoul fue a buscar a Agoney a su piso y sin embargo, le abrió la puerta Coco, pues el moreno iba disfrazado del personaje de animación. Estaba monísimo para Raoul. Él en cambio, llevaba un traje de dementor poco logrado.

Pasearon por las calles de Madrid, las cuales estaban repletas de luces, hojas caídas, calabazas, fantasmas y muchísima gente disfrazada, muchísimos niños corriendo de un lado a otro intentando ser los monstruos más fieros y temerarios. Los bares y restaurantes estaban repletos de gente, notándose así que el día siguiente sería festivo.

Tras mucho caminar Raoul convenció al moreno para adentrarse en una discoteca, solo para ver el ambiente, decía, para charlar un poco mientras tomaban algo.

Sin embargo, acabó siendo todo lo contrario.

Eran las siete de la mañana y los dos chicos iban apoyados el uno sobre el otro. Estaban contentillos, habían bebido, habían bailado. Habían bailado muy pegados.

-No quiero dormir solo- admitía el rubio- Vente a dormir conmigo.

-No sé ir a tu piso, Raoul.

-Pero yo sí que sé, Ago. Es mi piso- apuntó obvio.

Sin saber muy bien cómo lo hicieron, llegaron sanos a casa del rubio, y lo primero que hicieron fue tirarse en la cama del mismo. O más bien, lo segundo que hicieron, puesto que tenían mucha hambre.

-Ago.

-Dime- dijo el canario acomodándose de lado sobre la cama del rubio, quedando ambos frente a frente.

-Creo que me estoy enamorando de ti- susurró a la vez que se le coloreaba la cara de un rojo carmesí.

-No digas tonterías, estás borracho- susurró también.

-Creo que es la cosa menos tonta que he dicho jamás- sin embargo, el canario torció el gesto y bajó la mirada.

-Tengo miedo.

-¿A qué?

-A no ser suficiente.

Siendo sinceros, Raoul no era consciente de lo que decía desde hacía un buen rato, pero en ese preciso instante, con Agoney tumbado a su lado tan vulnerable, con el sol levantándose en el horizonte, los rayos de luz entrando por su ventana y dando de lleno en el perfil de la persona que tenía a su lado, en pleno otoño, con el viento soplando y la lluvia chocando contra los cristales. Raoul supo lo que quería decir.

-Quiero besarte.

-¿Qué?

-¿Puedo besarte?

El moreno no respondió, sin embargo, dejó en manos del rubio el siguiente acto. Este, muerto de ganas de hacer lo que su corazón le gritaba, se acercó suavemente a la cara del moreno y rozó su nariz con la suya afianzando el contacto. Después, dejó subir su mano a la mejilla todavía pintada de blanco del moreno, y por fin, cerró los ojos y juntó sus labios. Sintiendo el suave movimiento ajeno y el dulce sabor de su boca.

Cuando se separaron, Raoul sonrió y Agoney también. Raoul comprobó el estado emocional ajeno y atrajo la cabeza contraria a su pecho. Quedándose ambos dormidos sin poder separarse (nunca más) de aquel cuerpo al que tanto amor tenían que darle.

Cómo le gustaba Halloween.

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¡Tercera actualización!

¿Os va gustando?

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ragoney headcanons✨Where stories live. Discover now