SA | ❝ Déjame tomar tu mano y demostrarte que hay un camino hacía la tranquilidad.❞
Siempre se solía decir que la amabilidad y la lealtad de un Hufflepuff no encajaría jamás con la astucia y ambición de un Slytherin, pero que grande equivocación. Le...
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the real Brown
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—¡Redmayne!
El fuerte grito de Ophelia resonó por todo el pasillo, provocando que todos los alumnos que caminan por ahí, se girararan en dirección a la Ravenclaw, quien caminaba a grandes zancadas y en su rostro tenía un semblante de furia total.
—¿Qué sucede, Brown? —le cuestionó Leia, sin inmutarse, puesto que ya tenía idea del porque la chica estaba en ese estado.
—¿Todavía lo preguntas? —exclamó Ophelia, apretando los puños —. Eres una maldita cínica.
Connor y Grace intercambiaron miradas de extrañeza por dos razones, la primera era que no tenían idea del porque la chica se comportaba de forma tan desagradable con Leia y la segunda era porque ya no lucia tan dulce y amable como aparentaba ante todos.
—Oye, será mejor que moderes tu vocabulario, Brown —le advirtió Connor, poniéndose a un lado de su prima.
—Tú no te metas, Wood, que estoy hablando con tu prima— dijo la rubia, entre dientes y estudió de pies a cabeza al chico, con una expresión de desagrado total —, no contigo.
—No estás hablando, estás gritando —espetó Grace, con mala cara —, y también estás haciendo un escándalo.
Ophelia giró su cabeza en dirección a la aludida y al verla, hizo el mismo gesto que cuando estudió a Connor.
—Será mejor que te calles, Oldman. No tengo intenciones de hablar contigo y Wood, vengo directamente con Redmayne.
—¿Qué es lo que necesitas, Brown? —interrogó la castaña, cansada de la actitud de la rubia.
—Necesito que hables con tu novio, Riddle y le hagas cambiar de idea para que hable con el profesor Flitwick y el director y nos haga recuperar los puntos que nos quitó —exigió, cruzada de brazos.
Leia arrugó la frente e hizo una mueca.
—No lo haré —determinó, imitando su acción de cruzar los brazos —, esa baja de puntos la tienen bien merecida. Además, yo también me encargué de bajarles puntos, no sólo Tom.
En ese punto, no había ni un solo estudiante que no estuviera atento a la discusión de las dos jóvenes.
—¡Es una suma muy grande! —casi gritó Ophelia —. ¡Quiero que nos agreguen más puntos!
