CAP 5 - MALDITO ENGREÍDO

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MALDITO ENGREÍDO

KENDRA

Habían pasado dos días sin ver a Aaron, ya era jueves. El idiota no se habla comunicado conmigo en lo absoluto, así que tuve que ser yo la que tuve que pedir su número a mi general y llamarlo para vernos hoy en la oficina.

Cuando Aaron contestó ayer cuando lo llame y le dije para vernos y hablar del caso, el solo respondió "Okey" y colgó.

Dios dame paciencia, porque si me das fuerza lo mato.

Concretamos vernos a horas de el almuerzo, no dije ninguna hora exacta, pero creo que se entiende que es a las una o dos de la tarde. Son la una y media, ya le envié el número de oficina y piso a Aaron por chat.

El no se molesta en contestar al mensaje.

Da igual, me imagino que ya está en camino. Ya son horas de almuerzo.

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Son las malditas cuatro de la tarde y el imbécil no ha dado señales de vida. ¿Será que se murió? Mejor.

Tomo el teléfono, miro la hora, son las cuatro y catorce de la tarde. Voy a la sección de contactos para llamarlo pero a penas suena el primer "BIP" la puerta de la oficina se abre. Aaron aparece con un gesto despreocupado.

Lanza su chaqueta de cuero negra hacia el sillón de la esquina y se sienta en la silla del otro lado del escritorio.

Cuelgo y lo miro incrédula. Osea, acaba de llegar y parece que no le importa en lo más mínimo... Idiota.

¿Porque me mira así capitana? Ya se que me veo muy bien, pero disimule.—dice ladeando una sonrisa.

—Ahh no me jodas Aaron, son las ¡Cuatro de la tarde! Te dije "en horas de almuerzo"—respondo irritada, casi gritando.

—Por eso, mis horas de almuerzo son generalmente a las cinco o cuatro. Solo los psicópatas cómo tú almuerzan a la una.

—Ay Jesús ayúdame...

—¿Crees en dios?—cuestiona.

—Ehm si, o no, no lo se. Agh deja de salir del tema. Lo importante la misi-...—Aaron me interrumpe.

—Yo no creo. Porque a ver, ¿alguien lo ha visto? No, ¿Lo has escuchado? No, todos dicen que lo bueno de sus vidas es gracias a "dios", pero esas son mierdas. Lo bueno de tu vida es gracias a ti, en como Tú luchas por ello. Porque, quédate acostada sin hacer nada y verás como te quedas pobre y la vida se te pudre. Entonces... ¿Dónde está dios en ese momento? No está. Por eso la única persona que hace la vida mejore, eres tú mismo.—explica Aaron viendo su reloj Rolex.

Por mi parte quedo muda, tratando de entender como demonios llegamos a esto.

Lo veo a los ojos, manteniendome callada, procesando.

Al final el rompe el silencio, haciéndome salir de mi escrupor.

—Igual no lo entiendes, eres una cría...

—¡Tengo veintitre.. casi veinticuatro! No soy una cría. ¿¡Es que tú tienes cuarenta o que!?—me defiendo. Al final puede que Aaron si sea el cincuentón que pensé en un principio, solo que demasiado conservado cómo para ser posible.

MISIÓN ©Where stories live. Discover now