CAP 8 - PLANIFICAR

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Planificar

Aaron Corth

Estoy conduciendo mi Bugatti Divo. El camino al que estoy dirigiendome, se puede traducir como: "Culo redondo, trabajo, Laedrux, Kendra".

Porque sí, cada vez que voy a la oficina de la capitana Wade lo único que miro es su culo y sus apetitosas tetas, por supuesto eso lo he hecho disimuladamente estos últimos días ya que como la he estado "ignorando", pues quiero que sienta que la ignoro del todo, aún que en realidad mientras mira a otro lado yo comparto miradas deseosas con su cuerpo. Pero eso ella no lo sabe. De todas formas, hoy es lunes y solo puedo estar del peor humor del mundo, ya que ayer la cria de mierda me envió una foto recién cogida por otro hombre y para empeorar la cosa, ignoro la foto de mi polla. Digo, estoy casi seguro que se dió sus buenos orgasmos viéndola, pero la perra no contestó.

Entro en el enorme subterráneo de la base del FBI y estaciono en la plaza privada con mi nombre.

Una vez listo, salgo del automóvil. Mujeres sueltan estúpidos suspiros viéndome y yo les dedico una sonrisa torcida, una de ellas casi se da contra la columna del estacionamiento.

Yo sigo mi camino al ascensor hasta que estoy al frente de la oficina de Kendra, estoy a punto de entrar sin tocar pero la mujer que conocí como "informadora Davies"—la informadora/secretaria de Kendra—me detiene.

—Perdone general Corth pero tengo que anunciarlo primero con la Capitana.—dice con voz insegura.

—¿Quiere quedarse sin trabajo?

—No—contesta demasiado rápido.

—Entonces voy a entrar como y cuando se me de la gana—la mujer queda con la cara blanca de lo pálida que se puso.—Apartese.

La mujer se obedece dudosa.

Entro directamente sin tocar y encuentro a una Kendra llena de papeles. Su oficina es un desastre, hay hojas por todas partes y ella está como loca revisando unas.

—¿Aparte insoportable eres loca? Da igual, no me sorprendería—digo cerrando la puerta con mi espalda y viendo los papeles que están en el suelo.

La Kendra loca y salvaje levanta la vista y su cabello desordenado hace que parezca un animal asustado.

—¿Que haces en mi maldita oficina?—pregunta con rudeza.

—Estar en tu oficina.

Kendra toma lo primero que tiene en mano y me lo tira a la cara. Recibo un golpe seco y agudo en hombro. Originalmente el golpe iba a ser en mi precioso rostro pero pude mover mi cabeza hacía atrás.

Veo el objeto que se encuentra en el piso. Una grapadora. Lentamente vuelvo a subir la mirada a su cara de demente.

—¿Me acabas de lanzar una grapadora Kendra?

—No mira es un perro—suelta sarcástica—¡Pues claro que es una...espera, ¿Te acabo de lanzar una...—Kendra mira la grapadora que permanece al frente de mis pies—¡Joder, vaya! Pues sí, te tire una grapadora. ¡Ni siquiera me fijé en lo que lanzaba, no es mi culpa!

La observo incrédulo.

—¿Quieres decir que no es tu culpa haber actuado como un animal demente y lanzarme una puta grapadora?—cuestiono con voz reflexiva.

—Bueno, si lo dices así suena mal, pero ¡Ni siquiera te hizo daño imbécil! ¡Tu metro ochenta es imposible de lastimar!—refuta.

—Metro noventa y siete—corrijo.—Y en segundo lugar, si soy indestructible—sonrío con orgullo quitandome una pelusa inexistente de mi camisa blanca. Kendra sigue el movimiento de mi brazo y se fija en mis antebrazos desnudos. Siempre me he arremangado las camisas y dejo los primeros dos botones de mi camisa abiertos.

MISIÓN ©Where stories live. Discover now