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El antes. Ellos.

Sunghoon conoció a Sunoo cuando el más bajo tenía apenas quince años, era ruidoso y un desastre para comer, se tomaba fotos cada dos segundos y reía como si la vida se le fuera en ello, el entonces veinteañero lo acompañaba a los dormítorios de la empresa para la que Sunoo entrenaba y luego iba a la academia de modelaje en la que practicaba, allí un año después conoció a Jongseong, desde el segundo uno en que sus miradas se cruzaron Sunghoon supo que el contrario era ambicioso, iba por la vida corriendo con fuerza sin importarle a quién derribara en el camino y lo admiró.

Su amistad surgió rápidamente, casi como ver el jabón crecer en espuma, Jay encontró tierna la manera en la que Sunghoon parecía perderse a si mismo en su presencia, encontró linda la forma en la que sus pestañas descansaban sobre sus mejillas cuando dormía en sus piernas durante los descansos, no pudo evitar fijarse en lo bonitos que se veían sus labios cuando los relamia con nerviosismo. Pero a pesar de todo, en medio de su corazón y sus hormonas creciendo a la velocidad de la luz en presencia del contrario, sabía que no era correcto caer por él, jamás estaría bien visto enamorarse de un hombre y aún cuando dolía tanto no podía permitirse volverse loco ante los latidos que el pálido alborotaba en la mitad de su pecho.

Aún así, nunca fue capaz de decirle que aquello jamás podría ser.

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—¿Puedes mantenerte quieto? no puedo concentrarme si estás saltando por toda la sala, Hoon. Sintió cómo los brazos delgados del más alto por apenas dos centímetros lo rodearon. Su nariz se hundió en la nuca del trigeño y mantuvo sus labios presionados un poco más abajo en la piel descubierta.

—No entiendo por qué prácticas tanto las expresiones faciales si ya eres guapo, hyung.

Jay soltó una risita acariciando los brazos contrarios apenas con las yemas de sus dedos.

—¿Ah, si? ¿te parece?. Mencionó casi en un susurro dándose vuelta.

—Me parece que eres el chico más precioso que he visto en mi vida, sí.

Sunghoon tenía los ojos más grandes y bonitos que había visto nunca, brillaban como un par de constelaciones, los amaba tanto que quería mirarlos por el resto de su vida.

Su mano viajo a la mejilla pálida y algo helada del entonces también pelinegro, pudo admirar como cerraba los ojos buscando contra su palma calor y aunque el joven y poco experimentado cerebro que poseía le pedía a gritos que no lo hiciera, él por primera vez hizo caso a su tonto y enamorado corazón.

Acercó su rostro al contrario hasta que pudo sentir el aliento del menor contra su boca y esperó, una señal, una afirmación que llegó segundos después cuando este lo tomo por la nuca y lo besó con fuerza, como si hubiese estado muriendo hasta ese preciso instante.

Ese día Jongseong supo que estaba atado a la manera tan rápida y con riesgos en la que vivía Sunghoon y quiso amarlo por siempre, incluso cuando mientras más crecía más difícil y doloroso era hacerlo.

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𝐒𝐓𝐀𝐍 𝐓𝐖𝐈𝐓𝐓𝐄𝐑 | heesun au.Where stories live. Discover now