Miedo

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La tranquilidad nocturna permitió a ambos dormir, estaban muy exhaustos. Lionel separó su miembro del trasero de Ochoa al notar que ya podía hacerlo y se levantó para tomar unas toallitas humedas.

Con delicadeza fue limpiando al omega, después a el mismo. Al volver a la cama lo abrazó de nuevo para retomar su sueño, al fin estaban unidos y eso para el era lo mejor del mundo, incluso mejor que ganar una copa mundial.

El partido de Argentina contra Polonia sería esa mañana y el director técnico albiceleste citó a los jugadores a un entrenamiento antes del juego.

Al despertar Guillermo notó que estaba solo en la habitación, al mirar el reloj vió que eran las 10:25 de la mañana. Lo dejó a un lado y estiró sus brazos.

—uhhhh, me duele todo— comenzó a sobar su cadera y después su cuello, su sangre se heló al notar que estaba marcado.

—n..no no, por favor que no sea de el— con rapidez se levantó y encontró una notita en la almohada.

[ Salí a entrenar, te dejé el desayuno en la mesa y una muda de ropa limpia.

Con amor: tu Leo ❤️ ]

Una sensación de alivio lo calmó, estaba marcado por el hombre que amaba. Tomó la ropa y la olió, ese aroma que desprendía era tan dulce.

—que delicia— continúo embriagandose de su aroma durante varios minutos y después se la puso. En la mesa había un plato de espagueti con albóndigas, un vaso de jugo de naranja y pan tostado.

Tomó asiento y empezó a desayunar tranquilamente. Aun tocaba su cuello para sentir esa marca, no le dolía en absoluto.

Al terminar dejó todo acomodado y salió de la habitación, la ventaja que tenía era que los jugadores argentinos no se encontraban cerca, rápidamente corrió a su habitación y entró cerrando la puerta para evitar alguna sospecha.

—ya tengo alfa, dios santo esto es increíble—

No lo creía y se sentía tan feliz. Aquella sonrisa no le duró mucho pues a su mente llegaron unas palabras.

—ni se te ocurra hacerlo o los haré sufrir a ti y a tu noviecito—

No podía creerlo, había fallado a su promesa de protegerlo. Las lágrimas cayeron por sus mejillas tan solo de pensar que su amado corría riesgo.

Sin embargo también estaba harto de soportar como era tratado, siempre lo habían condicionado para poder estar en la cancha. Ya no quería eso.

—no, no permitiré que alguien lo dañe jamás—

Ahora era su turno de cambiar la jugada, nadie tomaría las decisiones por el. Nunca más.

Aunque eso significara abandonar por completo el mundo del fútbol.

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Comentario del autor: mi gato se sentó en mis piernas y quiero levantarme, le pediré permiso.

Casi me quedo dormido escribiendo, por poco se me cae el celular.

Amor en fase de gruposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora