Capítulo 1🖤

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—Basta Charlie, —le ordena mi madre con una voz temblorosa —¿No estás cansado de llegar hebreo todas las noches y que tu hija te vea en ese estado? —le pregunta bañada en lágrimas.

—A la mierda el mundo —responde con su voz enredada.

Escucho  algo de cristal caer al suelo y romperse. Me levanto lentamente para ver qué había pasado. Me asomo lentamente por las escaleras para que mi padre no me vea. Mi madre estaba tirada en el suelo con múltiples moretones en sus brazos.

—Déjanos en paz Charlie —suplica mi madre. Mi padre toma su botella de encima de la mesa y se marcha.

Aquel escenario se repetía todas las noches, noche tras noche por varios años. Yo en mis juegos de niña me imaginaba un mundo de fantasía aislado de la realidad. Siempre eran los mismos personajes, la princesa, su guardiana y el escorpión; el malo de la historia.

Mi padre nunca estaba allí cuando lo necesitabas. Mi madre resaba cada noche para que no volviese a casa. En los ojos de mi madre se veía claramente las ganas que tenía de morir. Pero en el fondo sabía que no se atrevería ya que cada vez que me miraba una pizca de esperanza se reflejaba en sus ojos.

Todo hasta que una noche un carro negro paró justo en frente de la casa. En el habían tres hombres vestidos de negro totalmente, mi madre los recibió en la entrada. Yo me encontraba escondida en mi refugio justo debajo de las escaleras, en el único lugar que podía ver a mi padre entrar a la casa sin que él me viese a mí. Recuerdo que mi madre les dijo.

—Buenas noches señores ¿Qué desean? —en la voz de mi madre se podía oír el miedo que sentía.

—Venenos a ver a Charlie. —responde el hombre con una voz fría.

Mi madre se quedó en silencio ya que el simple hecho de mencionar su nombre la derrumbaba por dentro. Los hombres hecharon a mi madre había un lado y entraron. Revisaron habitación por habitación en cada rincón de la casa hasta que lo encontraron y lo llevaron a rastras hasta la sala.

—Buenas noches Charlie. —dice el hombre sarcásticamente mientras los otros dos lo sostenían fuertemente por los hombros.

—Bue nas... —mi pobre padre no hacía más que tartamudear.

—Vinimos por el dinero. —comenta el hombre mientras se coloca las manos en la cintura.

—No lo teng... —antes de que pudiese responde el hombre lo golpeó fuertemente.

—¡Basta!. —grita mi madre.

—Señora lo mejor será que se marche si no quiere terminar igual que su marido —advierte el hombre.

Mi madre se quedó en silencio. — Charlie, Charlie, Charlie... Nos debes mucho dinero amigo mío. —le recuerda el hombre dando vueltas a su alrededor. —¿Cómo harás para pagarnos? — preguntó.

—Trabajaré duro y les pagaré. —respondió con una voz temblorosa.

—Mañana temprano por la mañana vendremos a buscar el dinero, de lo contrario tendrás que atenerte a las consecuencias —advierte el hombre.

Después de aquella plática se marcharon. Mi madre estaba en shok al igual que mi padre.

—¿En qué te has medito Charlie? —pregunta enojada mi madre.

—Cállate —le grita enojado.

Mi madre se calló y se fue a su habitación. Mis padres no dormían juntos hacia mucho tiempo.

Al otro día por la mañana era el cumpleaños de mi madre. Bajé las escaleras emocionada. Pero lo primero que vi al bajar era a mi madre llorando en el sillón.

—¿Qué te pasa mamá? —pregunté preocupada.

—Se fue... —respondió en un mar de lágrimas.

—¿Quién mamá? —pregunté confundida.

—Tu padre hija —respondió.

Tenía una nota envuelta en su mano. No lo entendía, yo y mi madre queríamos que él se marchara, pero una vez que lo hace se siente mal.

—Pequeña, ven, siéntate a mi lado —me dijo. —Eres muy pequeña, solo tienes 6 añitos, pero tienes que entender que lo que uno desea, no es siempre lo correcto. Tu padre nos ha abandonado —comentó.

Ese mismo día por la noche los hombres de negro regresaron a la misma hora.

—¿Dónde se encuentra Charlie? —pregunta el hombre.

—Se ha marchado —respondió mi madre preocupada.

—Así que el muy cobarde me marchó —dijo casi en susurro. —Pero que Charlie se haya marchado no significa que la deuda no sigue pendiente. — dijo.

—Pero señor...

—No hay excusa. Te la pondré fácil, trabajaras para mi por diez meses, eso saldará su deuda —una vez que dijo aquellas palabras se marchó.

Para mi edad era confuso, pero ya había entendido las palabras de mi madre. Por culpa de mi padre estábamos hundidas en una enorme deuda.

Después de aquel día mi madre tenía que irse a trabajar por la noche hasta la madrugada. Pasaba horas en el baño llorando. Un día mi madre sale un poco más temprano de la casa y sin que se diera cuenta la seguí. Llegamos a un callejón sin salida donde se encontraba un pequeño bar de malamuerte  Lo primero que ,vi fue a un hombre acercándose a mi madre y tocándole sus partes.

—Detente —le ordené al no poder soportar semejante acto.

—Isabel —dice mi madre sorprendida —¿Qué haces aquí? —pregunta preocupada.

—¿Hoy no me harás el trabajo? —pregunta el hombre tomándola por el brazo.

Apreté mis puños y me dirigí a casa en un mar de lágrimas. No podía creer en lo que tenía que trabajar mi madre para poder saldar la deuda. Cada segundo que pasaba odiaba aún más al Escorpión. Para mí aquel hombre que me había dado la vida estaba muerto, nunca más mencioné su nombre y intenté borrar todo recuerdo de su existencia.

 Para mí aquel hombre que me había dado la vida estaba muerto, nunca más mencioné su nombre y intenté borrar todo recuerdo de su existencia

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El amor de la Serpiente ¿QUIÉN ES? (Saga EADLS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora