Capítulo 2 🖤

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-Tu provocaste ésto ¿verdad? -pregunté mientras una lágrima recorría mi rostro.

-Pero ..¿cómo crees, hija?-responde.

-Nos abandonaste, nos dejaste una deuda enorme y golpeadas a mi madre y ahora regresas y juegas a ser el arrepentido -le recuerdo enojada.

-Tuve que hacerlo -comenta.

Aquellas palabras hicieron que mi sangre hierva -Tuviste que hacerlo ¿con qué valor te atreves a decir esas palabras? ¿sabes lo que tuvo que hacer mi pobre madre para saldar la deuda que tú mismo nos dejaste? -estaba como una bomba de tiempo y aún me faltaban muchas cosas mas por decirle antes de desahogarme por completo.

-Lo lamento -responde y baja su cabeza.

-No vengas con esos arrepentimientos a esta altura, nunca te arrepentiste cuando golpeabas a mi madre como un animal. Y ahora estoy aquí en el hospital y me juego el brazo derecho que fue tu culpa -mi alteración crecía con cada segundo que miraba su rostro.

-Isabel calmate ,ahí viene el doctor -me toma Héctor por el brazo.

Una lágrima de ira recorre mi rostro.

-Hola a todos ¿Ustedes son los familiares de Nora Valdés? -pregunta el doctor.

-Si ,yo soy su hija -respondo rápidamente al oír aquellas palabras.

-Tengo que darles una noticia, -mi corazón se detuvo en seco. -La señora Nora Valdés no se encuentra bien, parece de sida mal atendido. No recibió el tratamiento adecuado a tiempo y por esa causa se encuentra en etapa terminal. Puede ser que por esa causa le haya dado una crisis y haya caído por las escaleras provocando el fuerte golpe en su cabeza, -nos explicó el doctor. -Lamento decirles que a la señora Nora el consejo de médicos del hospital ha llegado a la conclusión que viendo la gravedad del asunto a la señora Nora le quedan 48 horas de vida.

-Sida ¿está seguro doctor? -pregunta mi padre confundido.

-Estamos completamente seguros -responde.

El doctor se marchó, yo me encontraba en shock total. Sabía a qué se tuvo que dedicar mi madre para pagar la deuda pero ahora esto.

-No lo entiendo -murmura mi padre.

-Sabes porqué mi madre va a morir, por tu culpa...

-¿Cómo por mi culpa Isabel? -pregunta antes de que pudiese responder.

-Si por tu culpa, -recalco -mi madre tuvo que prostituirse para poder pagar la deuda que tú nos dejaste y ahora tiene esta horrible enfermedad que la va a llevar a la muerte.

-Lo lamento -me dice.

-Lo mejor será que te vayas -le indique.

-Calmate Isabel -Abran me toma por el brazo.

No podía creer que mi madre fuese a morir. Miles de recuerdos de mi infancia vinieron a mi mente haciéndome sentir aún más triste. Mi madre siempre estaba hay cuando la necesitaba, siempre apoyándome en todo. Era más que mi madre, era mi amiga. Charlie se marchó de nuestro lado saliendo del salón.

-Estamos aquí para apoyarte -Héctor me toma la mano.

-No sé que haría sin ustedes -los abrazo a ambos.

-Ahi viene el doctor -dice Héctor.

-Hola jóvenes quería avisarles que la señora Nora está despertando, solo la persona más allegada a ella puede pasar a verla -menciona el doctor.

-Soy yo doctor -le digo rápidamente al oír aquellas palabras.

-Sígame señorita -indica el doctor.

Estaba nerviosa esto era prácticamente una despedida. Una lágrima recorrió mi rostro al recordar que solo me quedaban 48 horas con mi madre. No sabía que iba hacer, tenía tantas cosas por decirle y nos faltaba tanto por vivir juntas que no sabría cómo afrontarlo. Mi corazón largaba los pedazos con cada paso que daba.

Estaba allí parada en frente de la puerta de cristal y la primera imagen que llegué a ver era a mi madre con miles de tubos y mangueras por todos lados. No podía echarme para atrás, si no lo hacía en estos momentos me iba arrepentir toda mi vida y nunca me lo perdonaré.

Respiré hondo y el doctor me miró. -Estoy lista -le dije.

Señaló con su cabeza y abrió las puertas. Entré despacio, mis ojos parecían un mar de lágrimas.

-Hola hija -me dice muy débil.

-Hol... -no pude terminar, tenía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar.

-Sabes que siempre serás mi princesa, quiero que me perdones por arruinarte la boda -dice mientras toma mi mano.

Ella sabía que era lo más importante que tenía en este mundo y aún así se disculpa por algo inevitable.

-Dime la verdad... -mi voz temblorosa era algo confusa. -¿Mi padre tuvo que ver con esto, no es así? -le pregunté.

No respondió a mi pregunta, solo se quedó en silencio. Apreté mis puños para controlar la rabia que sentía por ese Escorpión.

-Hija, perdona a tu padre, es lo único que te quedará una vez que yo me vaya de este mundo -dijo mi madre muy débil. -Bueno y esos apuestos chicos.

-Hay mamá -no pude evitar formar una sonrisa con mis labios.

A pesar de lo débil y delicada que se encontraba aún así tenía fuerzas para bromear. Me acuerdo cómo ella me decía. "No hay días malos aunque todos sean tormentas."

Sabía a lo que se refería, ella era de esas mujeres que nunca tenía días malos a pesar de la partida de mi padre.

-Prometeme que lo perdonarás -me toma la mano.

-Mamá sabes que... -no puede terminar cuando me interrumpió.

-No hay escusa, hazlo por mí, no por el -insiste.

-No quiero que te vayas -le supliqué como si fuese una niña que no comprendía la situación.

-Yo nunca me iré de tu lado, siempre estaré contigo -me dice, sentía en su tono de voz que se estaba desvaneciendo.

-Lo sé mamá -le dije apretando su mano un poco.

-Prometeme que siempre que tengas un chisme nuevo me lo contarás -me dice mientras se le escapaba una ligera sonrisa apagada por una enorme tos.

-Hay mamá, nunca cambias -le dije.

Una de las pantallas a la que estaba conectada empezó hacer un sonido irritante, su respiración se había apagado, al igual que su pulso.

-¡¡¡Doctor!!! -grité asustada.

-¡¡¡Doctor!!! -grité asustada

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El amor de la Serpiente ¿QUIÉN ES? (Saga EADLS)Where stories live. Discover now