「18」

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Cuando Thomas llegó a casa, Katya lo recibió con una sonrisa y un beso en su mejilla.

Él se estremeció, pero ella no se dio cuenta—. Llegas tarde —dijo ella—. Pensé que estarías en casa antes que yo.

Tom se quitó la chaqueta y la arrojó al perchero. Se deslizó al suelo. Él se detuvo junto al sofá, pero no se sentó y en cambio caminó hasta la ventana.

Estaba oscuro afuera. Estaba nevando de nuevo, copos blandos y suaves revoloteando hacia el suelo en una hermosa cascada de resplandeciente blanco.

— ¿Tom? —Katya dijo vacilante.

Él la oyó recoger su abrigo.

— ¿Pasa algo malo? —Preguntó.

Él cerró los ojos por un momento, de espaldas a ella. Sí, había algo malo. Él.

— ¿Dónde estabas?

— En la casa de Yanov —Su mano agarró el alféizar de la ventana, y él tuvo que tomar algunas respiraciones profundas para controlar la oleada de rabia. Esto era ridículo. Yanov era como un hermano para él. Habían crecido juntos. Él no debería sentirse con ganas asesinarlo a causa de un beso.

— ¿Él ya llegó?

— Sí —dijo.

— Está bien... ¿Qué está mal?

La nieve estaba más pesada y el viento estaba levantándola.

— ¿Thomas?

— Yo no te dije algo —dijo con voz apagada—. He estado pasando el rato con Tord últimamente.

La respiración de ella se le enganchó en la garganta.

Hubo un largo silencio. El único sonido que podía escucharse era el débil aullido del viento en el exterior.

— Está bien —Katya dijo, con la voz temblando un poco—. ¿Tú... tú te acostaste con él? —El agarre de Tom en el alféizar de la ventana se volvió más apretado.

— No.

Otro largo silencio.

— ¿Tú querías?

Una rama pelada golpeó contra la ventana.

El silencio se prolongó.

Su dura, amarga carcajada cortó a través de la habitación.

— Tú ni siquiera puedes negarlo. ¡Mírame, maldita sea!

Thomas se dio la vuelta.

Ella se paró en medio de la sala, con la cara enrojecida y los ojos muy abiertos y brillantes. Una temblorosa horrible sonrisa torcía sus labios.

— ¿Es así? ¿Vas a dejarme por él?

Las cejas de Tom fruncidas.

— ¿Por qué estás incluso preguntándome eso? Tú no deberías darme una elección. No puedes estar bien con esto.

Katya se rió de nuevo, el sonido discordante y abrasivo.

— Oh, definitivamente no estoy bien con esto. Pero... pero tú eres mío, no suyo. ¡No se suponía que fuera de esta manera! ¡No puedo simplemente entregarte a él! ¡No lo haré! —Ella se acercó, agarró su mano y la apretó—. Tú no me engañaste. No me importa si lo deseas. Tú no engañas. Podemos... podemos superarlo. Te voy a dar otra oportunidad y nosotros...

— Basta Katya —dijo Thomas, bilis subiéndole a la garganta. Ella se veía casi histérica. Parecía como... Él puso las manos sobre sus hombros y la sacudió ligeramente—. ¿No tienes ningún respeto por ti misma? Te mereces algo mejor. Yo soy el cabrón aquí. Tú no me tienes que dar una segunda oportunidad. No va a cambiar nada.

★ obsessed ── tomtordWhere stories live. Discover now