「19」

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Cuando Yanov abrió la puerta, no hubo abrazos y sonrisas en esta ocasión.

Thomas miraba al rostro de su primo y no podía invocar siquiera un atisbo de afecto hacia él. Todo lo que podía ver era al hombre que había tenido su lengua en la boca de Tord.

Sí, lo quiero. Recordando las palabras de Tord, sintió sus manos apretarse en puños a sus costados, su respiración irregular y ruidosa incluso para sus propios oídos. La ira burbujeaba en sus entrañas, mezclada con una dosis de miedo y resentimiento. Él amaba a su primo. No debería estar sintiendo esto. Él no debería sentir la casi irresistible necesidad de empujar a Yanov contra la pared y golpearlo duro, una y otra y otra vez, hasta que su cara fuera un caos sangriento.

Como si leyera sus pensamientos, Yanov retrocedió un paso y lo miró con recelo.

— Vamos pasa.

La casa estaba oscura y silenciosa, la chimenea como la única fuente de luz en la sala de estar.

Thomas se quitó la chaqueta y la arrojó en una de las sillas antes de hundirse en el sillón junto a la chimenea.

Yanov mirándolo, caminó hacia el mini-bar y agarró unas cuantas cervezas.

— Entonces —Yanov dijo, lanzándole una lata. Se sentó en el sofá y abrió su cerveza—. Acerca del niño bonito que trajiste aquí.

Tom se puso rígido, pero no dijo nada. No confiaba en sí mismo para no decir algo que lamentaría más tarde.

— Relájate —Yanov dijo, mirándolo—. Yo no quiero a tu Tord —él se rió en voz baja—. Bueno, si él aterrizara en mi regazo, desnudo, no voy a decir que no, él es ridículamente atractivo, y yo no estoy muerto. Pero yo no lo quiero.

Parte de la tensión se drenó del cuerpo de Thomas.

— Entonces, ¿por qué lo tocaste?

Yanov tomó un sorbo de cerveza.

— Yo estaba curioso por cómo reaccionarías. Tú estabas acariciándolo todo el tiempo, así que pensé que te molestaría si lo tocaba. Pero tu reacción superó todas mis expectativas.

— Si me quieres estudiar como a una rata de laboratorio, mantén a Tord fuera de esto, y mantén tu lengua fuera de su boca, carajo.

Yanov lo miró con solemnidad.

— Pensaba que tenías novia.

Thomas miró abajo a su cerveza, viendo el reflejo de la luz del fuego en la lata.

— Lo hacía. Ya no más.

Silencio.

— Es un poco extraño —dijo Yanov, su tono cuidadoso—. Tú relación parecía estar bien hace sólo algunos meses. Pensé que no te interesaban los tipos en absoluto.

Thomas abrió la cerveza y tomó un gran trago.

— No lo hacían. Hasta que Katya invitó a Tord para un trío —Tom miró a la chimenea, viendo las llamas amarillas bailar en un patrón ardiente. Ahora se sentía como si todo hubiera sucedido en otra vida, no hace dos meses—. Él me irritaba —se rió sin humor—. No estoy seguro de cómo pasé de estar irritado a querer tener mi polla dentro de él.

Miró a Yanov, calibrando su reacción.

La expresión de su primo estaba en calma y sin sorprenderse. Esa era la cosa sobre Yanov: él siempre estaba compuesto y con la cabeza fría. A veces Thomas lo envidiaba, porque a menudo se sentía como una bomba de tiempo programada para explotar.

— Por la forma en que lo mirabas hoy, no se trata sólo de sexo, ¿verdad? —Yanov murmuró, bebiendo de su cerveza.

— Yo no lo amo —Thomas dijo lacónicamente.

★ obsessed ── tomtordWhere stories live. Discover now