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3 de Noviembre, 1995

Luna tenía una especial adoración a las caminatas solitarias y nocturnas por el colegio cuando los sonidos ruidosos de profesores y alumnos ya no deambulaban a través del eco por los pasillos. 

Y su destino final siempre era la torre de astronomía, siempre y cuando no hubieran alumnos en plena hora de clase. Las estrellas y la luna se veían a la perfección en esa noche despejada y fresca que anunciaba la llegada del invierno a Hogwarts. 

Miró a su alrededor antes de sentarse en la orilla de la torre para presenciar mejor la noche y algo sorprendida de encontrar a alguien más ahí. 

Draco Malfoy.

—Buenas noches —murmuró ella con su dulce voz.

Draco parecía confundido de encontrarla ahí. La miró de arriba a abajo, prestando especial atención en su piyama de manchas de pintura reales que ella misma manchó con la ayuda de su padre en una preciosa tarde de verano.

Draco no le contestó y se quedó a un lado sin apartar su mirada de ella.

—Puedes sentarte si gustas, un poco de compañía no hace mal a nadie —comentó de nuevo la rubia.

Draco pareció darse por vencido y sentarse a su lado, quizás no fuera tan malo hablar con la lunática del colegio, al menos solo por esta noche de soledad mutua. 

Encuentros desprevenidos - Druna Where stories live. Discover now