III

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9 de Noviembre, 1995

Luna había notado en los últimos días la soledad de Draco Malfoy. Crabbe y Goyle ya no iban detrás de él como siempre, y Draco solo les dirigía la palabra cuando ambos intentaban ponerse algo molestos porque no entendían que le ocurría a su amigo.

Ese día ni siquiera se miraron y los tres vivían su vida por separado.

También pudo notar que Draco ya ni miraba a Neville en los pasillos, antes solía decirle todo tipo de comentarios ofensivos, Luna incluso consiguió oír una conversación entre Neville, Harry y Ron donde el primero afirmaba que hacía eso para darle un golpe final cuando creyera que todo había terminado, pero ella no pensaba así, Draco lucía muy cansado y depresivo.

Su padre siempre le había dicho que habían almas tristes que necesitaban ser ayudadas por almas felices, la compañía siempre es necesaria aunque uno crea que así no es.

Así que aprovechó el día libre de fin de semana y recorrió el bosque prohibido en busca de inspiración para ayudar.

Sabía que una persona como Draco no querría ni pensar en alguien que lo ayudara, eso sonaba como una fuerte ofensa en su cabeza.

Entonces debía intentarlo de otra forma, donde él no supiera que está siendo ayudado.

Podía sonar muy tonto hacer esto, nadie lo haría, puesto a que Draco Malfoy es una de las personas más odiadas de todo Hogwarts por su conocida y egocéntrica actitud desde que entró en el famoso colegio.

Pero muy dentro de Luna, ella sentía una curiosidad inexplicable por el chico de cabello platinado, él parecía algo completamente distinto por dentro que lo que era por fuera.

Incluso comentó un poco a Harry y él solo le advirtió que era mala idea acercarse a alguien como él.

El frío le congelaba los pies, otra vez los nargles habían robado todos sus pares de zapatos.

Adoraba las flores del bosque prohibido, lamentablemente la mayoría de ellas estaban muriendo para volver a renacer en primavera.

Las pisadas que resonaron detrás de ella la sorprendió levemente, no esperaba visitas.

Se volteó y sonrió apenas y con dulzura al ver a la persona que ocupaba sus pensamientos en ese instante.

Draco Malfoy.

-Buenas tardes -sonrió la rubia.

Él la miró con confusión de arriba para abajo, estaba sorprendido de verla ahí.

-¿Por qué estás sin zapatos? -cuestionó él.

Ella miró sus pies rojos por el frío y luego devolvió su mirada a Draco.

-Los nargles han vuelto y se han llevado mis zapatos -contestó indiferente.

Draco pareció preocupado y hasta asustado, él la creía loca.

Luna no le importó mucho su mirada y continuó juntando algunas hojas secas que usaría para decorar su habitación, las últimas decoraciones que hizo fueron robadas por los nargles y aparecieron en la sala común de Ravenclaw con algunas partes faltantes. Esperaba que los hayan utilizado para la decoración de sus hogares, se imaginó lo precioso que podían lucir y cuánto podían cambiar constantemente debido a la gran cantidad de cosas que roban.

Draco tragó saliva y un silencio incómodo quedó en el aire.

-¿Estás buscando algo o alguien? -preguntó Luna -. Estoy segura que no he visto nadie en este lugar, pero puedo ayudar si buscas alguna planta o animal.

Draco negó de inmediato.

-De hecho yo... solo paseaba.

Ella volvió a sonreír dulcemente y se preguntó que podría pensar Draco con esa mueca extraña que hacía al verla recoger hojas secas del suelo.

-¿No deberías volver al castillo? Puedes morir de hipotermia o algo y no quiero hacerme cargo de ti.

-Solo quería recoger unas pocas hojas más e iba de vuelta al castillo -comentó.

Draco asintió y dio unos pasos cortos hacia atrás para irse.

-Bueno, en todo caso nunca estuve aquí, lunática -murmuró y se volteó para irse, pero se detuvo cuando ella dijo algo más.

-Mi nombre es Luna, Luna Lovegood -dijo mientras se decidía entre una hoja super grande y una super pequeña para llevar ambas.

Él no la miró pero asintió y siguió su camino.

Encuentros desprevenidos - Druna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora