IX

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1 de Diciembre, 1995

Luna no se sorprendió de verlo en la torre de astronomía, de hecho agradeció que estuviera ahí.

—Hola —saludó y se sentó a su lado. Recibió un silencio como respuesta, pero se había acostumbrado a este tipo de comportamiento.

—Sabía que vendrías hoy —habló Draco luego de un tiempo. Agarró un par de zapatos y los puso entre ambos, eran de Luna —. Los nargles se equivocaron de dueño.

Ella sonrió al ver sus zapatos y agradeció que se los haya devuelto.

—Los nargles son muy traviesos, les gusta molestar a sus dueños —comentó con una sonrisita. Luego puso el libro que Draco le había dado hace unos días arriba de los zapatos —. Me gustó mucho, estuvo entretenido y tienes razón con lo que dijiste.

Draco tomó el libro y lo examinó por un instante, luego a Luna le pareció ver una pequeña sonrisa en su cara.

Draco la miró cuando sintió que ella no sacaba sus ojos de él.

—¿Tengo algo en la cara? —pregunta algo divertido.

Ella niega lentamente y sonríe.

Ahora ambos no paran de mirarse y Luna nota como él lame sus labios y los separa por apenas un milímetro. No entendió porque eso se vio tan atractivo.

Tampoco entendió como es que se acercó más a él inconscientemente y como es que ambos estaban rozando sus labios.

Encuentros desprevenidos - Druna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora